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252 MODESTO BERCIANO parece que debería encerrar en sí la esperanza en Él y la apertura hacia los demás. Que la nostalgia de justicia de la que habla Hork- heimer, por ejemplo, incluya implícitamente algunos de estos ele mentos, parece un hecho. Pero también parece obvio que no se trata de una idea del Dios personal de la biblia y de lo que significa para el creyente. Dice Rahner que es ésta «una experiencia de una especie única, cuya interpretación filosófica y teológica es muy difícil» 15. Por supuesto, creemos que es difícil y no pretendemos explicarla. Con todo, sí quisiéramos dar algunas indicaciones filosóficas y teológicas para fundamentarla. Desde el punto de vista filosófico volvemos a la fenomenología hermenéutica de orientación heideggeriana. El hombre es en el ser y tiene un saber acerca del mismo. No un saber explícito y concep tual, sino un saber práctico y vital; un presaber o saber atemático, que puede ir haciéndose temático y conceptual, aunque no lo logre nunca del todo. El hombre no se puede concebir como tal sin el ser; es hombre precisamente por su relación particular con el ser, por estar en la apertura del mismo y constituir esa apertura. Como tal, es onto-lógico y tiene una comprensión del ser, que puede luego hacer explícita y articular como lenguaje, como pensar, como poe sía, etc. En el último Heidegger, el hombre acaece, «es acaecido» en el evento del ser. El hombre es el lugar de la apertura, de la compren sión y del sentido. Como tal tiene también esa experiencia origina ria del ser, que puede ser llevada a la palabra y al pensar. Porque antes de hablar y de pensar, el hombre, como parte del evento, ha oído ya el habla originaria de éste, que se le dirige, se le comunica y lo interpela. Así se explica ahora el presaber originario. El habla y el pensar del hombre son ya co-rrespondencia, son respuesta a la palabra originaria del evento. El acaecer es apertura, iluminación, es ya «hablante», es palabra originaria. La filosofía de Heidegger deja también interrogantes acerca de un fundamento absoluto y acerca de su aplicación a la idea teológi- 15 Ibid., pp. 164-165.
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