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EL OTRO EN LA FENOMENOLOGÍA TRASCENDENTAL.. 229 cuya identidad va unida a la actividad intencional que se desarrolle en todos sus ámbitos de objetividad; se constituye así el yo puro cuya identidad de su conciencia le dirige intencionalmente hacia sus objetos. De esta forma, todos los caracteres esenciales de la conciencia que opera en todo yo dan como resultado un yo puro, una conciencia acti­ va que se proyecta en un mundo objetivo y que es considerada en un nivel eidético. El yo requiere de identidad, de él y de su mundo en un ámbito que le hace ser de ese mismo mundo. La identidad de la conciencia posibilita así la confrontación entre las diversas situaciones en las que se halla un sujeto, y da como resultado una misma concien­ cia a través de los distintos momentos de un yo. Se constata así la iden­ tidad del yo puro a lo largo de diversas situaciones de las que tiene conciencia en la pura identidad de su presencia en el mundo. El peligro que surge al radicalizar el yo puro es el de conferirle la autonomía de un otro ego existente junto al que se ha tratado como empírico, pues se puede contribuir a una cosificación del ego p u r o al diferenciarlo del empírico, que pasa a ser algo generado por el primero. El ego p u r o se convierte así en un ego profundo frente al que tendrá una índole secundaria el empírico. Esta explici- tación del ego p u r o recuerda en demasía al ego cartesiano, pues se mantiene en él un sustrato de entidad subjetiva que no desaparece en su proyección sobre los objetos, sino como ego que genera todas las actividades conscientes. El uso del término ego exige que con él se muestre un ego ini­ cial, pero siempre dentro de su estructura como ego empírico para poder distinguir claramente la esencia formal del ego p u ro que le es propia, ya que este ego puro no es, para nada, otro ego albergado dentro del ego empírico. Jean Paul Sartre, en El ser y la Nada, ratifica su postura de oposi­ ción radical a este ego puro. Para Sartre, el ego no pertenece al dominio del p a r a sí y por esta causa la fenomenología no tiene ninguna necesi­ dad de recurrir a este ego unificador e individualizador. Según Sartre, es la conciencia la que hace posible la unidad y personalidad del ego, es el ego trascendental el que no tiene ninguna razón de ser13. 13 Cf. J. P. S artre , L'être et le néant , Gallimard, Paris 1957, p. 295.

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