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228 M.a DEL CARMEN ASTIGARRAGA dados por medio de la Einfühlung, como apercepción que pre­ supone que mi cuerpo se constituye para mí como cuerpo físico y, como cuerpo dotado de estados psíquicos, lo que constituye la corporalidad extraña, también dotada de los mismos rasgos que la mía, como aprehensible. Por tanto, el ego (y cada egó) puede imaginarse que no existan otros ego, pero de ninguna forma puede el ego imaginar que él no sea, que no exista; sólo puede figurarse de otro modo a lo que fác- ticamente es, pero nunca no ser. Según sea mi propio ser así es mi ego, sólo casual pero no sencillamente respecto a mi ser. Para mi ser, por tanto, sólo es obligatorio el marco general esencial que abarca a todas las posibilidades de mi ego y de un ego en general, pues toda posibilidad de cualquier otro ego debe mantenerse en el marco de la analogía, y es en cuanto alcanza a ésta, como adquiere una unidad de esencia. Toda variación posible que pueda imaginar en otro ego la podré pensar de forma aún más originaria que en mí mismo. Si tenemos en cuenta el rasgo del ego propio de ser centro del cual irradia toda la actividad de la conciencia, es decir, que se sitúa como intencionalidad de un objeto para toda vivencia, podremos decir, junto con Husserl, que «no hay desconexión capaz de borrar la forma del cogito y del sujeto puro del acto: el estar dirigido a «estar ocupado con», «tomar posición relativamente a», «experimen­ tar», «padecer algo», encierra necesariamente en su ausencia ésto: ser exactamente desde el yo, y este yo es el puro, al que no se borra con ninguna reducción»12. Podremos concluir diciendo que todo yo puro no es otra cosa que la estructura esencial de toda conciencia en tanto que lo es de un sujeto que se singulariza como individuo. El yo se identifica gracias a la coordinación entre las diversas y sucesivas esferas de lo que se considera lo mío, es decir, el mundo. Las distintas realidades objetivas que constituyen el mundo de una persona, donde el cuer­ po ejecuta un papel fundamental, hacen que se genere el sujeto individual. Pero si reducimos este yo a sus estructuras esencial, a su esencia formal de sujeto, este yo se convertirá en una conciencia 12 Id., I, § 80. pp. 189-190.

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