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EL OTRO EN LA FENOMENOLOGÍA TRASCENDENTAL.. 225 riencia, para Husserl sólo ha tenido lugar la primera. «Al hacerlo, hemos perdido de vista la exigencia que tan formalmente se plan­ teó al comienzo: llevar a cabo un conocimiento apodíctico en cuan­ to único auténticamente científico; pero en modo alguno hemos desistido de ella. Tan sólo en vez de haber entrado aquí en la pro­ blemática ulterior y última de la fenomenología —la de la crítica de sí misma con vistas a la determinación del alcance y los límites, pero también de los modos de la apodicticidad— , hemos dado la prefe­ rencia a la inmensa problemática de la fenomenología primera, en la cual (aunque ella misma está afectada aún, a su modo, de una ingenuidad: la ingenuidad apodíctica) se halla el gran rendimiento de la fenomenología, absolutamente privativo el suyo, en tanto que configuración nueva y superior de la ciencia. Acerca del carácter de la crítica por realizar del conocimiento fenomenológico-trascenden- tal, al menos una idea provisional la dan nuestras anteriores alusio­ nes, en cuanto indicios del estilo de cómo, por ejemplo, mediante crítica del recuerdo trascendental, se extrae un contenido apodíctico del mismo»8. El ego mundano, interesado en el mundo, no aparece como tal más que como ego trascendental que otorga validez a este mundo como noema. Es así como delimita Husserl al ego ante sus propias operaciones constitutivas, como espectador trascendental desintere­ sado del mundo. El yo puro se constituye así mediante el fluir de las vivencias. El yo se caracteriza por tener la referencia al indivi­ duo que lo posee y que se presenta con el haciéndole distinto de cualquier otro yo. Para Husserl el yo puro ha de coincidir con el yo empírico de tal forma que cuando se apele al término yo se haga referencia a algo único, con una entidad excepcional caracterizada por su pre­ sencia. En las Investigaciones Lógicas (Investigación II) el yo aparece mencionado como unidad que domina entre las diversas vivencias; así, en el § 4 de esta misma obra, Husserl nos dice: «el yo, fenome­ nologicamente reducido, no es nada peculiar que flote sobre las múltiples vivencias; es simplemente un yo idéntico a la unidad sin- 8 MC, § 63, p. 225.

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