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224 M.a DEL CARMEN ASTIGARRAGA en el sentido de la reducción trascendental donde se sitúa la posibi lidad de que ésta ponga corno existente el ego y lo incluido en él, además de colocar junto a él un horizonte cuya posibilidad de deter minación es indeterminada. Esta fenomenología parece así conde nada al solipsismo al iniciar su andadura como pura egología, y no se vislumbra como en el ámbito de la reducción se pueden situar como existentes otros ego no como meros fenómenos del mundo, sino como ego trascendentales. «Como filósofos que iniciamos nuestra actividad, no podemos dejarnos intimidar por semejantes reparos. Acaso la reducción al ego trascendental sólo traiga consigo la apariencia de una ciencia solipsista, mientras que su desarrollo consecuente, conforme a su propio sentido, conduzca a una fenomenología de la intersubjeti- vidad trascendental y, por medio de ella, desenvolviéndose a toda una filosofía trascendental»5. Husserl soluciona aquí la cuestión de la apodicticidad: «si el ego no es la premisa de una serie de razones pero es una esfera ontolò gica abierta a la intuición, es necesario saber de esta esfera si es apodíctica o no. Este problema afloraba ya en Descartes, para quien la apodicticidad era la fundadora de una ciencia deductiva; es nece sario que la memoria pueda recordar sin error la serie de razones, que sea infalible y pretenda una evidencia apodíctica»6. Podemos así decir que el paso de la subjetividad trascendental no es demasiado seguro en cuanto a la apodicticidad se refiere; el proceso se da por medio de una percepción adecuada que sólo ofre ce adecuadamente el núcleo de la experiencia trascendental explici- tado por la proposición ego cogito. Si la fenomenología trascendental se efectúa en dos etapas, una primera «que no es todavía filosofía plena»7, y una segunda en la que el fenomenólogo se abandona a la evidencia que le da la expe- 5 MC, § 13, pp. 76-77. 6 E. H usserl , La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascen dental , Editorial Crítica, Barcelona 1990, Apéndice IV, p. 00. En adelante se citará como Crisis, seguido del parágrafo y página de la edición. 7 MC, § 13, p. 75.
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