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244 M.a DEL CARMEN ASTIGARRAGA distinguirle de los demás al llamarse ego. Por consiguiente, la empa tia, interpretada como intento de penetración en la intimidad del otro, primariamente inaccesible, no tiene sentido. El otro se da a conocer en virtud de una conducta que opera por medio de un conjunto de signos dirigidos hacia el mundo en el que actúa, sig nos que son inteligibles por la presencia en el mundo en el que inciden. Con esto no se pretende anular la peculiaridad del ego como Otro, ya que el otro es uno semejante; los elementos que constituyen su subjetividad son, en lo esencial, los que se dan a cada uno. Como alter, en el Otro se dan, esencialmente, las mis mas estructuras que son propias de la subjetividad que se expresa con el ego. El caso de la constitución del otro es importante, porque el Otro tiene en su base la constitución del ego, en la que está implicada cualquier otra constitución del mundo real. El mundo se presenta no sólo como mi mundo, sino también como mundo de todos. Todo fenómeno o perspectiva es mío, y es en estas perspectivas en donde están implicados los otros sujetos; con lo cual tenemos una subjeti vidad constituyente del mundo, pero que no sólo soy yo, sino que tenemos que ser un nosotros implicado en cualquier vivencia inten cional mía. Esto significa que el Otro no es un objeto que hallamos en el mundo de un modo contingente, sino que es una condición necesaria de la objetividad. Todo el problema del análisis constitutivo deviene de la ambi güedad con que se emplea la palabra constitución. La llamada cons titución del Otro es de un tipo especial, puesto que se trata de la constitución de una subjetividad constituyente, lo que significa un sujeto que constituye el mundo. En el tema de la constitución de la intersubjetividad de lo que realmente se trata es de lo que Husserl llamó reducción intersubje tiva. Si en la reducción de la intersubjetividad se trata de poner o recuperar un sujeto, el tema de la intersubjetividad nos lleva a ver que el sujeto que constituye el mundo no sólo soy yo, sino que somos nosotros. Por eso dirá Husserl que mientras no se haya logra do una subjetividad como intersubjetividad, es decir, mientras no se haya practicado la reducción a la intersubjetividad, permanecerá la tensión entre el mundo y la representación de ese mundo, tensión que se recupera mediante la reducción trascendental. Mientras los
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