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178 M.a LUISA G. GARCÍA diferentes, se encadenan y los comportamientos se articulan unos en otros. Evidentemente, esta alusión tan general no dice nada de las complejas relaciones entre el Ego y el a lter Ego, y no desvela nada todavía de los poderes, de los límites y de la naturaleza de la comunicación. Trataremos la intersubjetividad propia de la lingüísti­ ca, indicando primero el cuadro general en el que la filosofía del lenguaje de Merleau-Ponty se inscribe. Antes, sin embargo, de abor­ dar la pregunta sobre la expresión nos parece oportuno explicitar las nociones de carne y de reversibilidad ya que, en ciertos aspec­ tos, profundizan en temas que acabamos de tratar. La descripción fenomenològica tenderá a convertirse, como ya hemos comentado en Le Visible et VInvisible , en explicitación ontologica. C ) C arne y reversibilidad Las últimas obras de Merleau-Ponty retoman las mismas inte­ rrogantes que acabamos de tratar, pero encontramos una radicaliza- ción. Dice el autor de Le Visible et Vlnvisible: «Hemos de renunciar al principio a nociones como actos de conciencia, estados de con­ ciencia, materia, forma e, incluso, imagen y percepción»18. Podría­ mos extrañarnos de que la noción de percepción sea cuestionada, necesitamos comprender en qué sentido se rechaza. El término per­ cepción se excluye en la medida en que supone ya una distribución de lo vivido en actos discontinuos o una referencia a «cosas», cuyo estatuto está precisado a sólo una oposición entre lo visible y lo invisible. Y esto con vistas de llevar a cabo una vuelta a la «fe per­ ceptiva». Más allá de la distinción entre ver y pensar, la fe percepti­ va fundamenta a ambas. La fe perceptiva engloba cuanto se ofrece directamente, natural en una experiencia-fuente, con el vigor de lo que es inaugural, de lo que está presente en persona. Las diversas «capas» que componen la percepción, lo imaginario y las obra de arte, el lenguaje y la verdad predicativa de la ciencia, se constituyen a partir de esta experiencia-fuente. Aun aquí, Merleau-Ponty conser­ va para la percepción una primacía, pero en un sentido bien defini­ do, como reencuentro con el mundo natural debe ocupar un primer 18 V. /., 209-210.

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