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218 M.a LUISA G. GARCÍA una suerte de Aufhebung con la elaboración de una noción nueva. Noción que, a veces, era designada dentro de un vocabulario clási­ co y, otras, recibía designación estrictamente pontyana, como es el caso de la categoría carne. De esta dialéctica unificadora podemos aducir dos ejemplos aleccionadores. El primero muestra cómo la subjetividad transcen­ dental se convierte en una intersubjetividad a través de la catego­ ría c a rn e . El segundo nos coloca ante el hecho de cómo el arte, en su versión p in tu ra , termina siendo para Merleau-Ponty el Ser realizándose y el lugar en el que el Ser se nos descubre como Xoyog. La razón de que la subjetividad transcendental se convierta en intersubjetividad estriba en que el sujeto está siempre encarnado y comprometido en una situación en la que el otro no es un objeto para él, sino verdaderamente un alter Ego que le ve. Y que, al mismo tiempo, le ve expuesto y secreto, presente y, sin embargo, ausente. La interioridad de la conciencia no existe más que como momento de relación con el alter Ego o como producto de una génesis cons­ titutiva. La antinomia ser-sujeto, ser-objeto se supera en la corporei­ dad, en cuanto ésta es carne, tejido constitutivo del Ser y, por ello, de la conciencia del yo, del otro y del mundo. El cuerpo fenoméni­ co de los primeros escritos, diverso del cuerpo-objetivo, se transfor­ ma mediante la ca rn e en un cuerpo capaz de abrirse y desdoblarse, dando refugio al mundo en su seno, pero sin perder el carácter uni­ tario. El cuerpo está hecho de la misma c a rn e qu e la d el mundo. La inmanencia se hace transcendencia sin salir de la inmanencia, pero agrandando a ésta en un f i e r i continuado. La apertura a un mundo que implica al Ser, desde un cuerpo que implica al mundo, manifiesta que el hombre forma parte y revela al Ser. La pintura, dentro de la categoría arte, ocupa un lugar privile­ giado en Merleau-Ponty, ya que muestra la andadura progresiva de su pensamiento desde una fenomenología de la percepción hasta una ontología. Los pasos de esta andadura progresiva están marca­ dos por La Doute d e C ézann e, Le lan g ag e in d irect et le voix du silen ce y, por último, L ’Oeil et VEsprit. Mientras que el primero de estos estudios describe el intento del pintor de expresar el Ser, el segundo nos asoma a algunos elementos ontológicos, para en L ’Oeil et VEsprit acercarnos a la pintura como instancia privilegiada en la

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