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ONTOLOGÌA Y -SER SALVAJE- EN M. MERLEAU-PONTY 213 3. LA INTERPRETACIÓN DE MERLEAU-PONTY A) M e rle a u -P o n ty en la P h én o m én o lo g ie d e la P ercep tio n La nueva manera de concebir la relación del hombre con el mundo, superando la oposición del realismo y del idealismo, ¿exclu­ ye la relación del hombre con lo Absoluto o, al contrario, la implica necesariamente? Siguiendo la Phénom énologie d e la Perception, el hombre está en el mundo. Se excluye, así, al idealismo, porque en él el mundo se reduce a mera representación y, además, el sujeto puro es ante­ rior al mundo y descubre por la reflexión, en su interioridad, el prin­ cipio de la verdad del conocimiento y la objetividad de nuestras per­ cepciones. Pero este rechazo del idealismo no consigue restaurar el realismo, porque el mundo exterior, aunque me envuelva y sobre­ pase, no es más que un mundo de fenómenos y reenvía a un suje­ to. Según la Phénom énologie d e la Perception, el mundo no existe en sí, contrariamente a la tesis que afirma Sartre en L'Être et le Néant; sin embargo, el mundo desborda la percepción del sujeto. Es, en este sentido, en el que Merleau-Ponty defiende la transcen­ dencia del mundo. Pero esta transcendencia es equívoca. Por un lado, aspiraría a usurpar la transcendencia de lo Absoluto, sustitu­ yéndola. Pero, por otro lado, no consigue más que disimular al Absoluto, porque, más profundamente, lo demanda y expresa. La transcendencia fenomenologica o transcendencia del mundo supo­ ne la transcendencia ontologica. El mundo, espacio y extensión infinita, donde aparecen toda suerte de cosas, no subsiste en sí. Es divisible en infinito número de partes, exteriores las unas a las otras, que no pueden coexistir más que en la unidad de un espíritu (Cogito). La exterioridad (res ex ten sa ) no puede ser más que un fenómeno y supone, por este motivo, un sujeto a quien se «aparece«. La exterioridad, pues, no es más que el h o riz on te d e nuestro espíritu. Con todo, aunque no pueda ser sin un sujeto, no se reduce, sin embargo, a una manera de ser del sujeto y los objetos que en él aparecen no le son inma­ nentes. La exterioridad, por su sola presencia, testimonia los límites del sujeto y que el mundo nos sobrepasa y desborda. Pero, ¿cómo puede sobrepasarnos y desbordarnos un mundo que es siempre

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