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208 M.a LUISA G. GARCÍA percepción, la conciencia sensible son cristalizaciones de la carne del mundo en un sentiente-sensible. Los sujetos percipientes son narcisos en «tanto» participan de la misma carne en un narcisismo fundamental del ser mismo. Hay una intercorporeidad entre los suje­ tos percipientes que están abiertos unos a otros, porque son todos de la misma carne, son todos dimensiones del mismo ser, porque el ser mismo se expresa en todos ellos. Es en nosotros y a través de nosotros cómo el Ser se interroga a sí mismo y se piensa somos nosotros la pregunta que el Ser se dirige a sí mismo. La filosofía será referencia al Ser y órgano ontolo­ gico 85. Y el interrogante, una actitud filosófica insuperable, la forma misma de una ontologia que es, finalmente, filosofía negativa. IV. SER Y ABSOLUTO 1. YO-MUNDO: PARADOJA DEL SER El mundo para Merleau-Ponty, según ya hemos indicado, es lo que «vemos» o, mejor todavía, «lo que vivimos», pero ingenuamente y en toda su espontaneidad. Y a ese mundo se accede mediante la percepción. Se trata siempre de un mundo pre-lógico, pre-objetivo, pre-reflexivo, pre-constituido, anterior, siempre también, a la cons­ ciencia que de él tenemos y a su elaboración conceptual. Somos en el mundo y elementos constitutivos del mundo, somos Naturaleza. Pero, a la vez, el mundo está más allá de nosotros, como algo en sí, autónomo e independiente del «yo» que lo vive. Así, inmanencia y transcendencia, interioridad identificadora junto a exterioridad diver­ sificadora constituyen la paradoja ontologica en la que se nos des­ cubre el ser. Es en este punto donde el quehacer de la filosofía busca de manera incesante «el fundamento». Pero el fundamento pierde su carácter de tal si no es algo Absoluto. El yo que percibe y el objeto percibido —inmanencia y transcendencia— parecen tener 85 V. /., 167.

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