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206 M.a LUISA G. GARCÍA fieste, sino que el hombre es, en sí mismo, la realización de la trans­ cendencia del Ser. Sin el hombre el Ser no sería. Podríamos entender las resonancias heideggerianas con las que, a este respecto, se ha especulado. Efectivamente, Merleau-Ponty dice con Heidegger que lo primero no es el hombre, sino el Ser. En con­ secuencia, se da la primacía al Ser y se mantiene que el hombre no es comprensible más que en referencia al Ser. Nuestra experien­ cia es el Ser hablando en nosotros, pero también es preciso afirmar que el ser tiene necesidad del hombre para ser verdaderamente. La relación del ser y del hombre no es, para nuestro autor, una relación en la que el ser se da libremente al pensamiento, para que éste pueda pensarlo. El surgimiento del Ser en el hombre no es un don por parte del Ser. Y el pensamiento no es un agradecimiento a la generosidad del Ser, sino la realización misma del Ser. La actitud ver­ daderamente filosófica no será la de una resignación del pensamiento frente al Ser, sino la de una libre y activa creación en la que el pen­ samiento junto al ser se autorrealiza como pensamiento humano. Lo que, por consiguiente, separa a Merleau-Ponty de Heidegger es la insistencia de aquel sobre el valor irreductible de la subjetividad. Nuestro autor negaría la idea heideggeriana de «salto». El pen­ samiento filosófico no es un salto hacia un más allá inefable. Es una pregunta sobre la experiencia, es la experiencia aplicada a sí misma, es como él dice: «La experiencia perceptiva preguntándose sobre sí misma»81. La transcendencia se toma en la inmanencia. 2. SUBJETIVIDAD Y SER Debido a su insistencia en la subjetividad, Merleau-Ponty está en oposición a Heidegger y también le aleja de Sartre. Contra Hei­ degger, nuestro autor afirma que el hombre es centro de cualquier referencia y que no podemos comprender nada sin él. Pero si esto es así, es porque entiende al hombre como apertura al Ser, como su presencia. Merleau-Ponty rechaza, por tanto, la propuesta sartreana de que «estamos en un plano en el que hay sólo hombres»82. 81 O. c., 139. 82 J.-P. S artre , L'existentialisme est un humanisme, Nagel, Paris 1964, 36.

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