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ONTOLOGÌA Y «SER SALVAJE» EN M. MERLEAU-PONTY 189 prender que las palabras más cargadas de significado filosófico no son las que encierran lo que dicen, sino las que se abren más enér­ gicamente al Ser como lenguaje operante. La filosofía trata de articu­ lar el Ser de todo ser. No es investigación de esencias ni fusión con las cosas. Lo que el filósofo intenta es traducir un sentido que la cosa y el mundo ya tienen. Aunque la idea de traducción es bastante cri­ ticable, porque lo visible y su explicitación filosófica no aparecen ante nosotros como un texto y su versión en otra lengua. La filo­ sofía, en este aspecto, no es más y menos que una traducción: más, porque ella sola nos dice lo que la experiencia quiere decir; menos, porque sería inutilizable, si no dispusiéramos de la expe­ riencia. Hay que rechazar la idea de «nuestro espíritu como un texto original del que nuestro lenguaje no sería más que la traduc­ ción o la versión cifrada«*50. La tarea del filósofo es, sin duda, paradójica: intenta poner en palabras un cierto «silencio» que escucha. Su obra entera es este esfuerzo absurdo. Aunque no tan absurdo si admitimos la idea de la filosofía como discurso mediador. ¿Cómo entender esta mediación? En una primera aproximación, podemos decir que la filosofía es el conjunto de preguntas en las que el que cuestiona es el mismo cues­ tionado por la pregunta 51. La actitud del filósofo es muy diferente de la del sabio. El ser y el mundo, para el filósofo, son desconoci­ dos. Y él trata de determinarlos por su relación con términos cono­ cidos, uno y otro pertenecen al mismo orden de variables. El proyecto de nuestro autor es recuperar el Ser salvaje, y explicitar el sentido de la experiencia en su conjunto. Mientras que el sabio limita sus preguntas a las que puede responderse con un sí o un no y cuyas respuestas pueden verificarse. El filósofo, en cambio, sabe que no terminará nunca de comprender el sentido de las preguntas ni de explicitar todas las respuestas posibles. Si sus preguntas conducen a ciertas afirmaciones, éstas engendran, inevitablemente, nuevas preguntas o, aún más, nuevos acercamien­ tos más radicales a las mismas. Este movimiento en espiral es, sin 50 S. S , 54. 51 V. /., 166 y 47.

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