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188 M.a LUISA G. GARCÍA el autor soñaba con elaborar habría apelado a nociones de estilo más saussurianas que cartesianas, reemplazando las nociones de concepto, idea, espíritu, por nociones como articulación, nivel, con­ figuración. En cualquier caso, para Merleau-Ponty, la filosofía es lenguaje, pero no es que se interese por el «significado de las palabras», ni que busque ser sustituto verbal del mundo47. Cualquiera que sea el inte­ rés de Merleau-Ponty por el lenguaje, no ha concebido nunca la filosofía como un análisis del lenguaje constituido. La pregunta filo­ sófica que se plantea es por el sentido del ser. Esta pregunta no pode­ mos formularla sin las palabras como mediación, pero trata de las cosas del mundo y de la experiencia que tenemos de ellas. Filosofar no es poner en duda las cosas en nombre de las palabras, como si el universo de las cosas dichas fuera más claro que el de las cosas bru­ tas. Los lingüistas mismos nos enseñan que el significado de una pala­ bra implica toda una historia, que es en sí misma un enigma y que el aspecto unívoco de la palabra no cubre todo su significado. 3. EL LENGUAJE, COMO FILOSOFÍA Preguntándose sobre el hablar, el filósofo se da cuenta de que el lenguaje, lejos de guardar el secreto del mundo no hace más que multiplicar su enigma. En lugar de dejarse impresiones por el len­ guaje, la filosofía tratará de expresar nuestro contacto mudo con las cosas, cuando todavía no están dichas. El campo sobre el que se interroga no es —y esto debe quedar muy claro— el lenguaje, sino el Ser. El Ser envuelve y excede el lenguaje. «El Ser no está hecho de idealizaciones o de cosas dichas»48. La filosofía no es reflexión sobre idealizaciones, sino sobre lo que sostiene cualquier idealidad. Si la filosofía se limitara al examen de significados, no nos presenta­ ría más que un mundo reducido a sintaxis 49. Tenemos que com- 47 Recordemos aquella cita tan expresiva de E. P., 100: -Le philosophe est l’homme qui s’éveille et qui parle». Ver también V. /., 18. 48 V. I., 129. 49 O. c„ 138.

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