PS_NyG_1996v043n001p0137_0170
142 ADRIÁN SETIÉN 1 .3 . M a r g in a c ió n relig io sa 1.3*1. Para un cristiano, tal vez sea éste el aspecto más doloro so y lamentable. Los indígenas no conocían a Jesucristo, no tenían noticia del Evangelio e ignoraban, por tanto, la Buena Noticia. 1.3.2. Como es lógico, tampoco los sacramentos estaban a su alcance. De manera que todos esos recursos de salvación les eran desconocidos. 1.3.3. Por lógica, tampoco la Iglesia estaba presente. No había la presencia de los signos que clarifican la vida cotidiana y que ayudan a superar las dificultades de la vida. Todos los tesoros de la comunidad de los creyentes les caían fuera de camino. Es triste no poder invocar como madre a la Madre del Señor, ni sentirse acompañado de los hermanos, ni tener como horizonte de la vida la casa del Padre. 2. ¿QUÉ HAN HECHO LOS CAPUCHINOS EN ESTOS SETENTA Y TRES AÑOS DE SERVICIO PASTORAL ENTRE LOS INDÍGENAS? Es evidente que la identidad del capuchino marcó su actividad. La concepción franciscana del apostolado como servicio fraterno llevó al misionero a intentar atender todos los frentes para remediar todas las necesidades. Es así cómo los frailes estiran y estiran sus posibilidades, aunque nunca lleguen a todo. Es éste un problema para el indígena. Es, en definitiva, un misterio de la Divina Provi dencia. Las necesidades de los hijos de Dios son tantas que, al final, siempre hay algo al descubierto. Tratando de sistematizar el gigan tesco empeño de servicio, podemos agrupar las mil acciones de cada día en estos grandes apartados: 2.1. P r e s e n c ia q u e d e n u n c ia y e s t o r b a El misionero, con el solo hecho de «estar», es ya un recurso inapreciable para el indígena. El criollo no indígena, por esa eter na pretensión del hombre de explotar a su prójimo en provecho
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz