PS_NyG_1996v043n001p0137_0170

LAS MISIONES CAPUCHINAS EN VENEZUELA 153 misionero va más allá del reproche profesional que el antropólogo hace a los organismos, que una y otra vez fallan y no cumplen. La minoridad capacita para aceptar sin traumas las propias equivoca­ ciones, las inevitables limitaciones. Para los antropólogos fue muy sencillo, en la «Reunión de Bar­ bados», sugerir a los misioneros que abandonaran inmediatamente todos sus centros de actividad entre los indígenas, para así alejarse de la aparente complicidad con los agentes promotores del etno- cidio. Era muy fácil alejarse de la apariencia, pero el costo muy alto: dejar a los indígenas abandonados a su suerte, sin las abundantes ayudas que representan las misiones católicas. La diferencia está en el talante: el misionero no es un profesional, es un cristiano com­ prometido a fondo, empeñado en compartir, dispuesto a pagar un precio elevado porque se sabe espléndidamente recompensado. El misionero cree y espera. Las causas finales de los intentos de desprestigio de los misio­ neros se pueden agrupar en dos grandes secciones: — Los interesados en apropiarse los bienes de los indígenas. Aquí se pueden recordar los sucesos de Perijá de 1961, cuando se pretendió despojar a los barí de cerca del 40 % del territorio que habitaban21. — Los promotores de ideologías empeñadas en proyectarse. Esto incluso al interior de la Iglesia y, por lógica, también fuera de ella. En el primer caso se puede citar, como simple botón de mues­ tra, la Semana de Vida Religiosa, de noviembre de 1991, propiciada por el Secretariado Conjunto de Religiosos y Religiosas de Venezue­ la y celebrada en Caracas, aprovechada por algunos interesados en desprestigiar la labor misionera de los capuchinos en Venezuela. O, la revista Antropológica, de la Sociedad de Ciencias de la Salle22, donde un antropólogo, que ha explotado comercialmente sus cono­ cimientos de la cultura barí, pretende atribuir a la «pacificación» de los barí la causa de todos sus males, cuando ha sido en realidad 21 Ver nota 10. 22 Número 58 de 1982.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz