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148 ADRIÁN SETIÉN sitio. Para nuestros misioneros la Iglesia comunidad de creyentes debe tener su sitio a uso exclusivo para que sea su imagen. Las igle­ sias misionales fueron depositadas del cariño y entusiasmo de los misioneros. Con frecuencia, la iglesia misional ha sido costeada con dinero de la Orden, con los ahorros de los frailes... Como siempre, ha habido sus excepciones, pero éstas no son representativas. Un texto significativo puede ser la carta que el superior regular de Machiques dirigía a la provincial de las hermanas de la Caridad de Santa Ana, ofreciéndole el privilegio de ayudar a costear la iglesia del Tukuko como premio a la calidad misionera demostrada por las hermanas. Aportar dinero para construir la iglesia no era una cola­ boración, era un premio. La centralidad del edificio de la iglesia misional era expresión de la preocupación primera y principal del personal misionero: pro­ piciar el encuentro personal del indígena con el Dios Padre revela­ do en Cristo bajo la acción del Espíritu Santo. De aquí arranca, como la cola del cometa, una larguísima lista de actividades: catequesis, sacramentos, actos litúrgicos, precesiones, rosarios, cursos, cursillos, sermones... 3.2. I nternados y escuelas con todas sus instalaciones Amplias, bien dotadas. El límite de la calidad de los edificios y su funcionamiento eran las comunicaciones, sobre todo las carre­ teras. Por eso, la cualificación del personal docente y directivo siem­ pre estuvo por delante de los recursos físicos o didácticos. Apenas se funda un Centro Misional se empieza a crear condiciones para conseguir la presencia de las religiosas. Así fue ayer, así es hoy. En las periódicas evaluaciones de la dirección regional de educación del estado Zulia, varias veces ha aparecido como el mejor ciclo bási­ co del municipio Páez el de Guana; o dentro del municipio Machi­ ques de Perijá aparece como la mejor escuela básica la del Tukuko. Esta última en competencia con cuatro escuelas privadas de la Iglesia y más de 20 del gobierno. La instrucción de los Centros Misionales ha insistido siempre en la educación para el trabajo. Así lo hicieron cuando los capuchinos iniciaban una escuelita elemental. Posterior­ mente, al acogerse a los programas y planes del Ministerio de Edu-

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