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134 P. CALASANZ El proceso ha sido más lento en Rusia, pero las ideas nuevas caldean el ambiente. Surgen de su antiguo sopor los pueblos más alejados. Las ideas liberales irrumpen con gran prestigio. Los «inte­ lectuales»» se avergüenzan de todo lo que lleva el signo de lo incul­ to, oscurantista y retrógrado. La religión, la moralidad, el mismo Dios son vestigios vergonzantes de una época pasada y desfasada. Dostoyevski confiesa que él mismo se dejó fascinar por las ideas nuevas y que figuró orgullosamente entre los defensores de la «intelligentia»» hasta que se convirtió al pueblo que le llevó de nuevo al Dios que conoció en su infancia y lo perdió al hacerse liberal europeo. Desde su conversión se entrega con retadora audacia a la defensa de la ortodoxia. Es un luchador incansable en las batallas por la fe de su pueblo. Su mente se puebla de visiones, su corazón siente el estremecimiento, las sacudidas, el heroísmo del cruzado por la santa causa. Va a luchar en dos frentes: desenmascarando con sagacidad, con ironía y hasta con destemplanza a los infatuados intelectuales y «mentalizando al pueblo»» para que tome conciencia de su sagrado deber en defensa de la ortodoxia. Los «intelectuales»» ofrecen una mercancía averiada para recons­ truir el mundo, puesto que marginan deliberadamente los valores espirituales. En su lugar, construyen con materiales de derribo que se agrietan por todas partes. La razón queda rebasada por las exi­ gencias del alma espiritual, que busca manjares más sólidos que la materia. El programa fascinante de la Libertad, Igualdad, Fraternidad se pierde en las nubes de la utopía. Lo expresa con agudo realismo el monje Zósima en un texto que parece la anticipación de los «signos de los tiempos»», en la Cons­ titución del Vaticano II «Sobre la Iglesia en el mundo actual»: «Proclamó el mundo la libertad, sobre todo en los últimos tiempos, ¿y qué vimos de esa libertad? Pues únicamente esclavi­ tud y suicidio. Porque el mundo dice: “¿Tienes necesidades? Pues a satisfacerlas, ya que tienes los mismos derechos que los más distinguidos y ricos. No temas satisfacerlas, antes al contrario, mul­ tiplícalas”... ¿Y qué resulta de todo ese derecho a multiplicar las necesidades? En los ricos, soledad y suicidio espiritual, y en los pobres..., envidia, crimen, porque derechos les han dado, pero

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