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UNIVERSO, DIOS, CRISTO EN DOSTOYEVSKI 89 plano superior, nos encontramos con El bosqu e an im ad o , de Fer­ nández Flórez, con una sensibilidad exquisita de humor y creati­ vidad. El bosque tiene «ánima» y habla un lenguaje que sólo entien­ den los iniciados. El N octurno de Dostoyevski tiene ojos y poderoso vuelo de águilas y anida en al árbol inmenso de la transcendencia. El mozo es un contemplador que traspasa la corteza de los árboles del bos­ que y acaricia la piel de las rosas y descubre su profunda ultimidad metafísica y misteriosa: el «misterio» de Dios, la presencia del Verbo por el que todo ha sido creado. Y esta comprensión es una invita­ ción a amar la obra de Dios: «Amad a todas las creaturas de Dios en conjunto y a cada grano de arena en particular. Amad cada hojita, cada rayo de luz de Dios, amad a los animales, amad a las plantas, amad toda cosa. Amarás todas las cosas, y en las cosas sorprenderás el divino misterio. Lo descubrirás una vez, y sin cansancio seguirás persi­ guiéndolo más y más todos los días. Y amarás, finalmente, todo el Universo, ya entero, con universal amor»2. El amor a los animales es de precepto en la cosmovisión del escritor ruso y en la plática del P. Zósima. Es también uno de los temas de máxima actualidad en nuestro tiempo, tan preocupado por la conservación del medio ambiente y tan sensibilizado a la protec­ ción de las especies en peligro de extinción. Sin embargo, hay una diferencia radical de motivaciones y, en el fondo, de orientación y sentido. El amor a los animales en La historia d e San Michele, con su carga de humor y de escepticismo, dista años luz del amor del monje santo. Axel Munthe y el fraile hablan de la «mentalidad» de los perros y de un «rudimento» de inteligencia, respectivamente. El historiador quiere a su perro porque es «un santo», sincero y honra­ do por naturaleza. El fraile ama a los animales porque son «impeca­ bles» en los designios de Dios. La afinidad literaria es asombrosa. Dice A. Munthe: el perro «mira al amo como a su rey, casi como a su dios; espera que su dios 2 Ibid., p. il, lib. VI, cap. III, ni.

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