PS_NyG_1996v043n001p0087_0135

UNIVERSO, DIOS, CRISTO EN DOSTOYEVSKI 101 ¿E xiste D ios ? Iván está preocupado por el problema y lo encara con sinceri­ dad en diversas ocasiones, pero no da una solución clara, sino que se pierde en los recodos del agnosticismo, de la duda y de la incer- tidumbre. No sabemos a qué carta apuesta definitivamente. En pri­ mer lugar, piensa que Dios es una cuestión «principal y primordial». No obstante, escurre el bulto del problema afirmando que no se debe pensar demasiado o nada de ella. Es la típica postura del agnóstico, expresada en el consejo que da a su hermano Alíoscha: «Humildemente reconozco que carezco de aptitudes para resolver tamaños problemas, que tengo una razón euclidiana, terrenal, atendido lo cual, ¿cómo habríamos de resolver aquellas cosas que no son de este mundo? Y a ti también te aconsejo que no pienses nunca en estas cosas, amigo Alíoscha, y, sobre todo, tocante a Dios, ¿existe o no existe? Todas estas cuestiones reba­ san la razón humana, que sólo ha sido creada para la noción de las tres dimensiones»14. El horizonte de la razón acaba en las cosas humanas, en las cosas de este mundo. La afirmación de Iván va en el sentido de que Dios «rebasa» la razón humana, que es «incomprensible» para la inte­ ligencia euclidiana. Se nota una especie de miedo, hay como una amargura latente en el consejo a su hermano: «no pienses nunca en estas cosas». Pero Dios lo atrae irresistiblemente y, a renglón segui­ do, nos desconcierta con una profesión clara de aceptación de Dios y de sus atributos: «A propósito: acepto a Dios, y no sólo de buen grado, sino que, además, acepto también su presciencia y su finalidad..., que a nosotros nos son totalmente desconocidas; creo en el orden, en el sentido de la vida...; creo en el Verbo, hacia el que propen­ de el Universo, y que reside en Dios, siendo Dios. El mismo bueno, y etcétera, etcétera, hasta lo infinito»15. 14 Ibid. 15 Ibid.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz