PS_NyG_1996v043n001p0087_0135

100 P. CALASANZ dramática que libran los hombres con Dios. Es una búsqueda esfor­ zada, un combate sin cuartel donde miden sus armas la aceptación y la duda, la creencia y la negación, el bien y el mal. Cada situación vital ante Dios viene a ser una cara del problema. Al final tendre­ mos un cuadro impresionista, lleno de sombras y luces, de certezas fundamentales y de amargas dudas, de visiones optimistas y espe­ ranzadas y de «pesadillas« pobladas de ángeles y de demonios. Sobre el escenario, los personajes de Dostoyevski protagoni­ zan una teodicea viviente con tesis, adversarios y «pruebas». No son fantasmas que recitan un papel aprendido. Son seres reales que claman, lloran, gritan y se desangran. Pero ¿cómo dar forma y jerarquía a las tesis que surgen en la tertulia de parientes, en la confidencia torrencial entre hermanos, en la tabernucha donde se reúnen los jóvenes o en la alcoba donde se está cometiendo un adulterio o maquinando un crimen? ¿Cómo ajustar a su precisa dimensión de argumento apodíptico lo que es vida torturada o experiencia brutal? ¿Cómo dar forma orgánica a las diversas «vías» para probar la existencia de Dios, o para negarla o para marginar­ la cuando los personajes vivos se desentienden deliberadamente de la lógica? He ahí la dificultad que ya resaltamos al principio. Para conser­ var la poderosa energía de los personajes, vamos a hacer desfilar ante los ojos del lector hombres de cuerpo entero, con una carga pavorosa de sinceridad y de fuerza plástica. Me ha parecido el modo más honesto y, sobre todo, el más sugestivo. La vida tiene la inme­ diatez, la frescura y la autenticidad que no pueden lograr ni la cáte­ dra ni el laboratorio... IVÁN KARAMAZOV Este personaje original provoca las reacciones más encontra­ das. ¿Qué es, en el fondo, Iván? A veces nos causa un malestar ins­ tintivo porque adopta poses de cinismo, de autosuficiencia o de bromista de mal gusto. Sin embargo, nos impresiona cómo ama a los niños, cómo quiere a su hermano Alíoscha, el muchacho inex­ perto y puro, cómo busca desgarradamente a Dios, desde lo hondo de su ser.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz