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MARÍA EN EL MISTERIO DEL VERBO ENCARNADO 55 aclarar cómo se debe entender esta presencia-proceso de la concretización. 2) El Dios hecho hombre en un momento se contrapone a sí mismo. Cristo ruega por los que creerán en Él, por todos. En el Padre Nuestro, Cristo se pone de nuestra parte, Él, que es lo mismo que el Padre. ¿Qué significa esto existen- cialmente? En última instancia nuestros pensamientos son una fenomenología de la fe. Suposición: la devoción maria- na puede ser una luz para entender estos dos aspectos de la Encarnación. Dos fundamentos mariológicos (que son subrayados en el Con­ cilio): 1) el asentimiento de María en la Anunciación; 2) la interce­ sión de María a través de Cristo mismo. La mediación de María es más bien algo así como un esencial acompañamiento a lo largo de un camino personal. Dios ha colocado una persona junto al otro, de modo que se puedan acompañar mutuamente: una superabun­ dancia para enriquecer la vida personal. María nos acompaña a todos en el camino hacia el Dios hombre. Dios ha unido su deci­ sión irrevocable de entregarse al género humano con el Sí libre de María, y su intercesión es un acompañamiento de sobreabundancia del todo personal e interpersonal. Cristo ora con nosotros y por nosotros, se hace Mediador (maravilla, siendo una cosa con Dios). El hecho de que se una a nosotros es una sobreabundancia en el acompañarnos en una vida personal y dialógica. En María se unen el Sí divino y el Sí humano: un entrelazarse el ser divino y el ser humano. El encontrarse los hombres entre sí: entrelazarse de relaciones. Finalmente la consideración de María lleva a percibir la Encar­ nación como la entrada concreta de Dios en las situaciones de la vida humana. Nos ayuda un pensamiento: no obstante que Cristo sea verdadero Dios y verdadero hombre, no es posible describir sus acciones, sus decisiones. No podemos llegar a esa profundidad. Pero María, sólo ser humano, es el don sobreañadido que nos ayuda a entender humanamente esa realidad salvadora... S tan islao Celestyn Napiorkowski, hizo una «Reflexión católica» sobre la presencia de María en el Misterio de la Encarnación:

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