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52 BERNARDINO DE ARMELLADA Iglesia que reza los salmos es una Iglesia en adoración del Verbo encarnado. Su actitud es de estupor, alabanza, adoración y acción de gracias. Achille M. Triacca tuvo como tema «Teología litúrgica mariana a partir del Misterio de la Encarnación». Después de algunas preci­ siones sobre el sentido de la teología litúrgica como locus theologi- cus tomó en consideración el Misterio de la Encarnación como hecho litúrgico en orden a la precisión de una teología litúrgica mariana: la Encarnación es el lugar o punto donde el Verbo de Dios es ungido sumo sacerdote-mediador-liturgo. Es el lugar íntimo del perfecto aplacamiento: Dios toma la humanidad y la humanidad se diviniza: dimensión propia descendente de salvación. Es lugar del canto de alabanza: de la humanidad que se expansiona en el himno de alabanza: «Gloria al Padre... como era en el principio, ahora y siempre...». Es obra de la humana redención: la liturgia es una obra teàndrica en Cristo, teantrópica en nosotros, causa de alegría, Miste­ rio de la unión entre Dios y el hombre con dimensión escatologica. ¿Es posible una teología litúrgica mariana? Desde la Encarna­ ción, sí: el seno de María es el lugar donde el Logos hecho carne comienza a decir quién es Dios, uno y trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo. En el seno de María comienza la eclosión de la teología, que no puede ser más que mariana. Mercedes N avarro Prieto , partiendo del dato paulino «Nacido de mujer: perspectiva antropológica», vio una apertura significa­ tiva en que la libertad cristiana supera los límites de la Ley: rup­ tura de la genealogía patriarcal, un salto de la vía tradicional mediadora de la filiación. La Encarnación de Dios en Jesús no sólo prescinde de la genealogía, sino que introduce unos criterios revo­ lucionarios al respecto. La ponente aludió a un cambio estructural y paradójico que afectaba a Dios, a Jesús y a María. «Jesús es el hijo compartido, pero paradójicamente, puesto que es divino y humano. La paradoja aúna ambas realidades en una nueva reali­ dad absolutamente original que hace que la paternidad de Dios ya no pueda entenderse más que desde la maternidad de María, y la maternidad de María sólo adquiera su sentido desde la paterni­ dad de Dios». La Encarnación de Dios en Jesús cambia radical-

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