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SERVICIOS Y TAREAS ECLESLALES DE LA MUJER EN LA IGLESIA. 35 nisas se significan instituciones muy diferentes que se crean y desa­ parecen en estos siglos71, pero no se puede hacer una afirmación global de que lo prohibido o rechazado por los concilios franceses de este tiempo no es la institución de las diaconisas propiamente dichas, sino otra cosa 72. Es menester estudiar cada caso. El concilio de Tours de 567 es un buen ejemplo de cómo ha variado el conteni­ do de los nombres. Se mencionan los grupos de vírgenes y viudas y se da por supuesto que ya no existe una bendición de las viudas, remitiendo al canon 21 del concilio de Epaone ya citado. En este con­ cilio se llama diaconisa a la mujer del diácono, como también se usa subdiaconisa, presbiterisa o presbítero, y episcopisa para sus respecti­ vas esposas 73. Bendición, consagración y ordenación se pueden refe­ rir a las órdenes sagradas o a otras bendiciones y consagraciones. Sólo el contexto puede aclarar su verdadero significado. De varios casos concretos de ordenaciones de diaconisas en Francia se puede decir que se trata más de un honor que de un ministerio, por ejemplo, la reina santa Radegunda y la hija de san Remigio, obispo de Reims, llamada Hilaria 74. Esto demuestra que, a pesar de las prohibiciones de los concilios, algunas mujeres recibían la ordenación del diaconado. Observamos en Occidente la misma tendencia y el mismo fenó­ meno que en la iglesia bizantina. De los dos aspectos de la antigua diaconisa: el ministerial y el de la consagración, el primero se va reser­ vando a las viudas, y el segundo se fue reduciendo a las vírgenes con­ sagradas. El ritual de la consagración de la abadesa en el siglo vil revis­ te en gran parte las características de la ordenación de las diaconisas. De hecho en Roma e Italia sólo muy tarde se encuentran en los libros litúrgicos la bendición diaconal o la oratio ad faciendam diaconam. La bendición de la diaconisa, si existe, se halla siempre en relación con las monjas. Podemos admitir sin dificultad que en estos casos no se trata de una ordenación propiamente dicha 75. 71 M artim ort , Les diaconesses, p. 197. 72 Ibid., pp. 193-195. 73 Cf. CCL 148A, pp. 181, 184, 187. 74 CCL 117, p. 477. 75 Para esta cuestión, en la que no queremos entrar, véase M artim ort , o . c ., pp. 201-207.

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