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SERVICIOS Y TAREAS ECLESIALES DE LA MUJER EN LA IGLESIA.. 33 cosa inaudita, indecente (cf. 1 Cor 11, 6; 14, 35), contrarias a la dis­ ciplina eclesiástica y a la razón. Tampoco se precisa de qué ordena­ ción se trata, sino solamente se dice que «parece que han sido admi­ tidas al ministerio levítico». Tal práctica debe ser abolida. Los obispos de este concilio demuestran su ignorancia sobre las costumbres de la Iglesia oriental e incluso de los escritos de los padres latinos 64. Algo parecido establece el primer concilio de Orange del año 441, el cual prohíbe absolutamente la ordenación de las diaconisas y se pide a las que eventualmente hayan sido ordenadas, que incli­ nen la cabeza para recibir la bendición que se da al pueblo 65. Dada la imprecisión de los datos que nos ofrece este canon, R. Gryson piensa que probablemente no se trata de verdaderas diaconisas, sino de las viudas, que han recibido una bendición solemne en su pro­ fesión y luego buscaban privilegios en los servicios litúrgicos. Se les pide que se sometan a las leyes comunes a todo el pueblo 66. Un caso diferente de inserción de la mujer en el ministerio es el que reprueban los obispos de Tours, Rennes y Angers a princi­ pios del siglo vi (511) en una carta colectiva dirigida a los sacerdo­ tes de Bretaña Lovocatus y Catihernus. Dicen estos obispos que «por un informe del venerable sacerdote Speratus hemos sabido que vosotros no cesáis de llevar entre vuestros compaisanos de cabaña en cabaña ciertas mesas sobre las cuales celebráis el divino sacrifi­ cio de la misa con la asistencia de algunas mujeres a las que dais el nombre de conho sp itae. Mientras vosotros distribuís, ellas toman el cáliz y se atreven a administrar al pueblo la sangre de Cristo». Esto es una novedad, una superstición inaudita. Nos ha causado una profunda tristeza el ver reaparecer en nuestro tiempo una secta abo­ minable que jamás había sido introducida en Francia 67. Lo que a estos obispos del siglo vi les parecía abominable, novedad y superstición inaudita es hoy el oficio de no pocas muje- 64 Cf. G ry so n , o . c ., pp. 163-164. 65 Concilio I de Orange, canon 25; CCL 148, 84; comentario de R. G r yso n , o. c., pp. 165-167. 66 Ibid., p. 165. 67 Texto y tradución en P. de L abrio le , Les sources de l'histoire du montanis­ me, Friburgo de Suiza, pp. 226-230.

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