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32 DOMICIANO FERNÁNDEZ ción del Apóstol59. Se sabe por Sulpicio Severo que la propaganda priscilianista tuvo gran éxito entre las mujeres, tal vez porque les concedía mayor participación en sus reuniones 60. Una de las acusa ciones contra Prisciliano fue la de «organizar reuniones nocturnas con mujeres corrompidas»61. Esto revela un deseo de la mujer de participar en las tareas eclesiales, y no hay que juzgar los hechos reales por una acusación de los adversarios. Tal vez se deba a los priscilianistas el haber introducido en Occidente el nombre de dia- conisa. El concilio de Nimes y otros de Francia, que vamos a citar, reflejan también este influjo priscilianista 62. De donde tenemos algunos datos concretos, aunque no muchos, es de las Galias. Esto es explicable, porque Francia siem pre mantuvo mucha relación con las iglesias de Oriente. Pero la mayor parte de los textos que conocemos se refieren a prohibicio nes de recibir la bendición o la ordenación diaconal. Esto indica que en realidad se daban tales ordenaciones, que la jerarquía ecle siástica se esforzaba por limitar o suprimir. Así el concilio de Nimes del 394, en su canon 2, establece: «Nos han informado algunos de una cosa inaudita hasta hoy, a saber, que contra la disciplina apostólica, algunas mujeres han sido admitidas, no sé en qué lugar, al ministerio levítico; lo cual, por ser indecente, no lo admite la disciplina eclesiástica. Tal orde nación, hecha contra la razón, debe abolirse, procurando que nadie se arrogue esto en adelante«63. Este canon va dirigido contra los priscilianistas. Se habla de hechos sucedidos en algún lugar, aunque no se sabe dónde (nescio quo loco). Las informaciones son muy imprecisas. No obstante, el solo rumor de los hechos (suggestum est) hace que los padres con ciliares reaccionen con vigor condenando dichas prácticas como 59 J. V ives (edit), Concilios visigóticos e hispano-romanos, Barcelona-Madrid, 1963, 16. 60 Sulpicio S ev er o , Chronica, 2, 46, 6; CSEL 1, 99-100. 61 Ibid., 2, 50, 8; CSEL 1, 103- 62 Cf. R. Gryson, o. c., pp. 163-164. 63 CCL 148, 50. Véase el comentario de G ryso n , /. c.
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