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30 DOMICIANO FERNÁNDEZ de honor en vez de ser un ministerio eclesial. Era una dignidad que se otorgaba a personas distinguidas, a mujeres de obispos, a madres o esposas de reyes. Los abusos y el descrédito de las virgines subintroductae, que convivían con los clérigos en la misma casa tanquam soror et fra- ter, con los peligros y consecuencias que se dejan suponer, contri­ buyó también a disminuir la colaboración de la mujer con los cléri­ gos en las tareas eclesiales. Algunas funciones de las diaconisas se fueron recortando con el paso del tiempo y fueron asumidas por los conventos de monjas o por otros grupos femeninos. Recordemos finalmente que, después de la conversión de Cons­ tantino y las conversiones en masa a la fe cristiana, se introdujo la costumbre del bautismo de los niños con los cambios de ritual que tal costumbre exigía. La paulatina desaparición del bautismo de adultos influyó notablemente en quitar importancia al ministerio de las diaconisas, ya que todas las fuentes antiguas señalan el bau­ tismo de mujeres adultas como una de las razones principales de su institución. Así se explica que en Oriente, aunque no haya una decreto que suprima la institución diaconal, desde el siglo ix y siguientes apenas tiene influencia en la Iglesia ni una misión concreta. Ésta es la situa­ ción que reflejan las obras del patriarca de Antioquía Teodoro Balsa- món (1140-1200 ca), que antes fue diácono de Constantinopla. En su obra Respuestas a las preguntas de Marcos afirma: «Hace mucho tiem­ po eran conocidas por los cánones las órdenes (láy^axa) de las dia­ conisas, que tenían acceso al altar. Sin embargo, la impureza de sus meses las apartó del divino y santo altar. En la santísima iglesia de la sede de Constantinopla se eligen diaconisas, pero sin tener ningún acceso al altar, sino la mayor parte de las veces para tener reuniones y dirigir las asambleas de las mujeres»57. Este texto ofrece notable interés por diversas razones. Recuerda un hecho histórico ya lejano y señala las causas que condujeron a la decadencia del diaconado femenino. En el siglo xn el orden de las diaconisas parece más un recuerdo que una realidad. Se admite que 57 PG 138, 988

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