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SERVICIOS Y TAREAS ECLESIALES DE LA MUJER EN LA IGLESIA.. 27 grado están los lectores, que no forman parte de la jerarquía, y las diaconisas. En el grado tercero entran los exorcistas, los intérpretes, los sepultureros, los ostiarios y demás oficios que sean necesarios para el buen orden 48. No debe pasar, sin embargo, desapercibido el detalle de que a las diaconisas se le imponen las mismas exigencias que a los órdenes de primer grado: ser vírgnes o no estar casadas en segundas nupcias y profesar castidad, cosa que no se exige a los lectores. Las diaconisas se «constituyen« (xaBíoxaviai), no se «orde­ nan». Epifanio afirma «no haber ordenado jamás diaconisas para enviarlas a otras provincias»49. Si el concilio de Nicea parece negar la «ordenación» de las dia­ conisas, el de Calcedonia (451) la supone como un hecho normal. En el canon 15 prescribe: «No debe ser ordenada una mujer diácono antes de los cua­ renta años, y esto después de un esmerado examen. Si después de haber recibido la ordenación (xeiQoxovíav) y permanecido algún tiempo en el ministerio se entrega en matrimonio, afrentan­ do la gracia de Dios, sea anatematizada junto con el cónyuge»50. Es evidente que este canon habla de una verdadera ordena­ ción. El que una diaconisa se case, se considera como una afrenta a la gracia de Dios, como ya decía san Basilio en sus cánones, porque el cuerpo de la diaconisa está consagrado al Señor. La edad de la ordenación se rebaja hasta los cuarenta años. No es necesario advertir que esta norma de la edad no siempre se cum­ plía, porque conocemos diaconisas mucho más jóvenes: santa Olim­ pia en Constantinopla, tan amiga de san Juan Crisostomo, fue orde­ nada por el Patriarca Nectario antes de los 30 años. La prohibición de casarse y el anatema para la que quebrante esta norma supone un castigo más riguroso que el que se impone a 48 Exposit. fidei 21; GCS 37, 522; PG 42, 824-825. 49 Carta de Epifanio al obispo Juan de Jerusalén, traducida al latín por san Jerónimo, que sólo se conserva en latín entre el epistolario de Jerónimo: Epist. 51, 2, 2; CSEL 54, 398. En la edición de la BAC, n. 220, Cartas de San Jerónimo, Madrid 1962, t. I, pp. 389-390. 50 Concil. Oec. Decreta, p. 70.

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