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SERVICIOS Y TAREAS ECLESIALES DE LA MUJER EN LA IGLESIA.. 23 El canon 19 del primer concilio ecuménico de Nicea (325) ha sido objeto de numerosos estudios y controversias. Dicho canon habla de la reordenación de los Paulianistas (seguidores de Pablo de Samosata) que vuelven a la Iglesia católica. Dice así: «Sobre los que fueron paulianistas y luego se refugiaron en la Iglesia católica, se promulgó el decreto de que sean rebautizados de todo punto; y si algunos en el tiempo pasado pertenecieron al clero, si aparecieren irreprochables e irreprensibles, después de rebautizados, impónganseles las manos por el obispo de la Iglesia católica. Se procederá del mismo modo respecto a las diaconisas y, en general, respecto a los que figuran en el canon. Hemos hecho mención de las diaconisas, que se hallan inscritas en este rango, puesto que ellas no tienen imposición de manos alguna, de suerte que se cuentan absolutamente entre los laicos»38. La primera dificultad que ofrece esta última parte del canon es dar una traducción exacta de sus palabras. Hemos procurado ofre­ cer su sentido, ateniéndonos lo más posible a la letra, sin entrar en disquisiones filológicas ni en posibles «lecturas» diversas del texto griego 39. Se han dado diversas interpretaciones de este texto. El sen­ tido general puede ser éste: a causa de los errores trinitarios de Pablo de Samosata, el concilio niega la validez del bautismo de los paulianistas y por consiguiente también la validez de la ordenación de los clérigos. No obstante, si algunos de los clérigos ha conserva­ do una conducta ejemplar, pueden ser admitidos en la misma fun­ ción en la Iglesia católica, pero después de haber sido rebautizados y reordenados. La misma regla hay que aplicar a las diaconisas y, en general, a todos los que figuran en el canon, es decir, en la lista de los que cumplen una tarea eclesial o reciben una subvención de 38 Conc. Oecum. Decreta, Herder 1962, p. 14; DS 128, incluye la primera parte de este canon, pero omite lo referente a las diaconisas. 39 La misma traducción latina es un poco ambigua. Respecto a las diaconisas dice: «Meminimus autem de diaconissis quae in eodem habitu esse probantur, quod non habeant aliquam manus impositionem, et ideo modis ómnibus eas inter laicos deputari» (ibid.). Para un estudio más minucioso de este canon remitimos a las obras de G r yso n , pp. 86-88 y de M artim ort , pp. 99-102.

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