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SERVICIOS Y TAREAS ECLESIALES DE LA MUJER EN LA IGLESIA. 19 queráis, pues, exponeros a un peligro, hermanos y hermanas, actuando al margen de la ley del Evangelio»36. Y a su vez las CA establecen el mismo principio, pero lo desa­ rrollan con diversos argumentos: «Acerca del bautismo administrado por mujeres os hacemos saber que las que lo practiquen se exponen a no pequeño peli­ gro. Por eso no os lo aconsejamos, pues es peligroso, incluso ile­ gal e impío. Si el varón es cabeza de la mujer y es elegido para el sacerdocio, no es justo contradecir la creación y que el principio marche detrás del resto del cuerpo. La mujer es el cuerpo del varón, formada de su costado, sometida a él y destinada a engen­ drar hijos: “él te dominará”, dice la Escritura. Así pues, el varón es principio de la mujer y, por tanto, su cabeza. Si anteriormente no autorizamos la enseñanza a la mujer, ¿cómo se les podrá autorizar el administrar lo santo contra la naturaleza? Imponer las manos (xetQoxovsív) para las diosas es un error de la impiedad de los grie­ gos y no disposición de Cristo. Si hubiera convenido que la mujer bautizase, el Señor hubiera sido bautizado por su propia madre y no por Juan; al enviarnos a bautizar, también hubiera enviado a las mujeres para lo mismo. Pero no lo ordenó ni lo dejó escrito, sabiendo, como creador de la naturaleza y legislador de las dis­ posiciones, lo que es congruo con la naturaleza y digno de la disposición»37. ¿Qué argumentos aducen estas obras para tales restricciones? 1) Parten de una interpretación literal de la Biblia, tanto del Anti­ guo como del Nuevo Testamento, v.gr. la mujer ha sido for­ mada del varón; la Escritura dice: «él te dominará» (Gen 3, 16). 2) Las normas prohibitivas se fundan en esta falsa interpreta­ ción de los textos bíblicos, principalmente del Génesis y de las cartas de san Pablo. 3) Se alude a las sacerdotisas paganas y se teme recaer en el paganismo, si se permite la ordenación de las mujeres. 36 Did. III, 9, pp. 198-200. 37 CA III, 9, pp. 199 y 201.

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