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Completan esta simbología las CA incluyendo las vírgenes: «las vírgnes sean honradas por vosotros como tipo del incensario (0ufAiarr|Qiov) y del perfume del incienso (0u|iiá^iaiog)»32. Si nos preguntamos ahora qué cualidades deben tener las viu­ das para ser admitidas en el viduato, son las mismas que exponen los escritores anteriores y las cartas pastorales. Se rebaja, no obstan­ te la edad, de sesenta a cincuenta años. Como todos, repiten que no deben admitirse viudas jóvenes por el peligro de que vuelvan a casarse, aunque sí se las puede ayudar económicamente, si lo nece­ sitan. Respecto a los ministerios o funciones que pueden ejercer las viudas y diaconisas, o las mujeres en general, es preciso reconocer que ambas obras son muy restrictivas: a) Sobre la enseñanza dice la Didascalia: «No conviene ni es necesario que las mujeres enseñen, sobre todo acerca del nombre de Cristo y de su pasión redentora. Por­ que no habéis sido constituidas para enseñar, oh mujeres, y espe­ cialmente las viudas, sino para orar y rogar al Señor Dios. Porque el Señor Dios Jesucristo, nuestro maestro, nos envió a los doce a enseñar al pueblo y a los gentiles. Estaban con nosotros las discí- pulas María Magdalena y María hija de Santiago y la otra María y no las envió con nosotros a enseñar al pueblo. Pues si hubiera sido necesario que las mujeres enseñasen, nuestro maestro las hubiera enviado a enseñar con nosotros»33. La misma doctrina, pero presentada con más severidad y dure­ za, exponen las CA: «No permitimos que las mujeres enseñen en la iglesia, sino que solamemnte oren y escuchen a los maestros. Porque nuestro mismo maestro y Señor Jesucristo, habiéndonos enviado a los doce a ense­ ñar (|¿a0T]T8'üoai) al pueblo y a las naciones, de ninguna forma envió a mujeres a predicar, aunque no faltaban. Porque estaban con noso- SERVICIOS Y TAREAS ECLESIALES DE LA MUJER EN LA IGLESIA... 17 32 Ibid., p. 105. 33 Did. III, 5, 6; p. 190.

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