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LA DEVOCIÓN POPULAR A SAN ANTONIO EN TORNO. 641 liosamente en el «misterio familiar», para presidir en imagen y súpli­ ca toda la dialéctica de la experiencia común, de la cotidianeidad, de lo sufrido y de lo esperado. EL «SANANTONIO» CREADO POR EL PUEBLO Fray Julián de Spira describe a san Antonio como graciosus et severus. Las gentes se han quedado con el san Antonio graciosus en el aspecto físico, y en el espiritual y taumatúrgico: dispensador de bienes y de cosas admirables y estupendas, pegado de tal forma al talante vital de sus devotos que pocos, a su amparo, se plantearán el problema religioso del sentido de la existencia, sin una actitud de franco compromiso intrahumano, en la sociedad confusa y comple­ ja, al lado del hombre y la mujer temporal y espacial. Desde que el franciscano alemán, fray Julián de Spira, compu­ so —entre 1235 y 1240— el oficio litúrgico rimado, donde inserta el vulgarmente llamado Responsorio de san Antonio: «Si buscas mila­ gros...» (Si quaeris miracula...), composición no muy inspirada desde la crítica literaria, pero que hoy, con un poco de generosi­ dad, calificaríamos de poesía social, y en la cual enumera diez gru­ pos de milagros atribuidos a san Antonio, que son una invitación persuasiva para que recurran al patrocinio del santo en sus variadas necesidades espirituales y materiales, se inició una corriente de sim­ patía al san Antonio graciosus , y su taumaturgia se ha incrementa­ do, con su tinte de leyenda, entre sus devotos a través de los siglos. Pero esto no sin fundamento histórico, pues aunque el autor de la Assidua (vida de san Antonio escrita un año sólo después de su muerte, 1232) no menciona ningún milagro de san Antonio hecho en vida, el autor anónimo hace al final, «sucintamente, pero sin men­ gua de verdad», un resumen de 53 milagros antonianos leídos ante el papa Gregorio IX, «mientras todo el pueblo los escuchaba»4. Es importante esta nota puntual: «el pueblo escuchaba». Y el pueblo toma buena nota, pues al lado de su sentido de fe y trascendencia, 4 La -Assidua», Ed. Messagero, Padua, traducción de Miguel Requena Marco, Milagros del Bienaventurado Antonio, 30, p. 58.

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