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LABOR EVANGELIZADORA DE LOS CAPUCHINOS. 637 de Cuéllar. En 1956 hubo un intento entre los capuchinos y el Patro­ nato Católico y Social de Torrero de convertir el convento-capilla en una escuela graduada y edificar en el solar contiguo la esperada iglesia y residencia de los frailes. Se pensaba que el Ministerio de la Vivienda ayudaría en la construcción; pero no fue así y se retiró el proyecto 91. En 1958 se decidieron por la conversión en Escuelas Patronales. Las escuelas seguirían en los locales del convento y con las dos aulas tradicionales. Lo que cambiaría sería la estructura jurí­ dica: pertenecerán en adelante a un Patronato, pero un Patronato del que los superiores de las dos casas de capuchinos serán presi­ dente y vicepresidente, con lo que controlarán la educación que se imparta. Como ventaja, el Estado pagará la nómina de los maes­ tros, y los costos a los que deberá hacer frente la Comunidad serán llevaderos. La enseñanza será gratuita. El alumnado se movió en torno a 60 niños. Las Escuelas de Patronato desaparecerían años más tarde, al tenerse que derruir el convento para levantar la nueva iglesia (1968). — La Academia de San Antonio: Supuso un importante paso en el campo de la enseñanza. Torrero no tenía ningún centro de enseñanzas medias en su zona. La Academia, que se inauguró en 1957, abrió un camino. Los locales fueron cedidos gratuitamente por el Patronato Social Católico de Torrero. La gente respondió de forma que los locales resultaron insuficientes desde el principio. En la Aca­ demia se estudiaba el ingreso al bachillerato y los dos primeros cur­ sos del mismo, como también materias de formación profesional como mecanografía, contabilidad, taquigrafía y cultura general. — Instituto filial: La Academia fue el primer paso, pero tenía una limitación en cuanto al bachillerato: aunque económica, era de pago y resultaba costosa para algunas familias. El Estado, por otra parte, había creado por aquellos días las filiales de Instituto, como centros oficiales donde se impartía el llamado «bachillerato elemen­ tal». Eran estudios gratuitos, por tanto, y pensados sobre todo en los barrios de las ciudades. El Instituto filial comenzó a funcionar en el curso 1959-60. Dos cursos más tarde tenía 126 alumnos. Con la filial funcionando, la Academia dejó de tener sentido como enseñanza 91 Crónica, (1952-...), pp. 38, 54.

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