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LABOR EVANGELIZADORA DE LOS CAPUCHINOS. 607 jado de la ciudad y en su entorno no había centros educativos ni religiosos. El templo más cercano, la parroquia de Santa Engracia, distaba cerca de dos kilómetros. El Mensajero d e San Antonio recor­ daba en 1954 aquellas fechas y decía que a muchos pareció desca­ bellado fundar en la otra parte del Canal, en un ambiente que impo­ nía a los zaragozanos y era hostil a la religión 4. A lo largo de la crónica del convento de San Antonio es frecuente encontrar frases alusivas a este ambiente. Hostil o no, lo que sí es cierto que se tra­ taba de un barrio de nivel cultural bajo y religiosamente alejado. Se recoge el testimonio de un señor que, por motivos de salud, se había trasladado a vivir a esta zona alta del barrio de Venecia. Al asistir en Cuaresma a la misión que organizaban los capuchinos para los hombres del barrio, comentó a su señora: «No pasaremos segu­ ramente de media docena los que nos reuniremos en un ángulo del templo». Pero al ver que el número de asistentes oscilaba entre 100 y 150, confesó admirado: «¡Qué cambio han operado ustedes en este barrio! ¡Si lleva fama de ser de lo peor de Zaragoza!»5. 1.2. Primeros p aso s d e la fu n d a c ión Conseguidos tras larga espera los permisos eclesiásticos regla­ mentarios para proceder a la fundación 6, el 1 de enero de 1928 4 Víctor d e L eg a rd a , Recordando fechas, en El Mensajero de San Antonio, n. 190 (1954) 23. Por lo que pueda decir de la fama del barrio, copio esta canción que el grupo musical «La Bullonerà» cantó por los años setenta en Torrero: «En la puerta de Torrero hay escrito con carbón: Aquí el bueno sale malo y el malo sale peor». 5 El Mensajero de San Antonio, n. 63 (1935) 58. 6 Varias congregaciones religiosas —redentoristas, agustinos, Hijos del Cora­ zón de María— intentaban por aquellos años fundar en la ciudad, tarea no fácil. También la Provincia de Navarra-Cantabria-Aragón deseó desde su nacimiento esta­ blecerse en Zaragoza. Tras varias tentativas infructuosas, en 1924 el superior provin­ cial escribía al obispo de Huesca, el agustino Mateo Colom y Canals, solicitando fundar dentro de la zona parroquial de Santa Engracia, entonces bajo jurisdicción de dicha diócesis. El obispo aceptó que pudiera llegarse a una doble fundación, una

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