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622 LUIS ORTIGOSA RODRÍGUEZ nos debieron pensar que cualquier ocasión era buena para remover la conciencia religiosa del barrio y ofrecerle medios de vivir la fe. La predicación en la ciudad, además de responder a las llamadas que se les hacía, podría servirles de medio para hacer conocer el hábito capuchino y sobre todo a san Antonio en Zaragoza. 2.4. Unida a la labor de culto y de predicación, los religiosos realizaron dos actividades plenamente enraizadas en la tradición capuchina: el servicio del confesonario, que ha seguido siendo, a lo largo de los años, característica de esta iglesia, y la atención a los enfermos en cualquier lugar y a cualquier hora del día y de la noche. Aquellos años primeros, época de la Segunda Repúbica, fue éste un ministerio especialmente duro y peligroso por el ambiente del barrio. El superior de la residencia escribía el 22 de junio de 1929 una octavilla, titulada «A nuestros vecinos de los barrios de Torrero», en la que decía: «Sepan todos nuestros amados veci­ nos... que en todas las contingencias de la vida, y sobre todo en las necesidades de su alma, seremos sus amigos leales y desinteresa­ dos, ministros de Jesucristo, el amigo indefectible de todos, pero especialmente de los niños, de los que trabajan y de los que sufren» 2.5. Durante la guerra civil y los primeros años de la postgue­ rra hubo un ministerio especialmente delicado y difícil para el que las autoridades llamaron desde la cárcel vecina a los capuchinos: asistir espiritualmente a los condenados a muerte. Este servicio comenzó en junio de 1937 y para el mismo asignó el superior, durante los primeros años, a dos religiosos: Víctor de Legarda y Gumersindo de Estella. Los últimos años hizo este servicio, entre otros, el P. Marcelo de Villava 55. 2.6. En el santuario del Paseo de Cuéllar, con mayor número de sacerdotes residentes, se incrementaron las misas y los actos de culto. Durante los años de 1944 a 1955 se habla de haber distribui­ do una media anual de 222.800 comuniones. También aumenta la 55 Crónica, pp. 209-211, 217-222. Están en blanco las hojas que corresponde­ rían a los años 1939-1941. En p. 229 aparece un apunte de 1942, el último en apare­ cer sobre este tema. El P. Gumersindo escribió un Diario privado de su experiencia en esta labor, que no he podido localizar.

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