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620 LUIS ORTIGOSA RODRÍGUEZ dejaba mucho que desear. De ellos decía el P. Basilio de Gea, encar­ gado de predicarles: «La mayor parte de los que ingresan en la Aso­ ciación se inscriben en los días de la novena de san Antonio o el día de la fiesta del santo; pero pasados dichos días, la mayor parte no hacen acto de presencia en la capilla hasta el año siguiente»47. Abundando en este juicio, el 13 de enero de 1949 el cronista apun­ taba: «Se inaugura la Pía Unión de San Antonio, que estaba ya desa­ parecida como sociedad. Los 13 de cada mes tendrán su función semanal»48. 2. A ctividades de culto y predicación A la sombra de san Antonio y bajo su bendición, los capuchi­ nos han venido desarrollando en Zaragoza una vasta labor evangeli­ zados, que abarca los campos del culto y la predicación, de la cari­ dad y de lo social. Aunque de pasada ya he hablado de algunos aspectos de esa labor, siguiendo al cronista de la casa quiero dar una visión más de conjunto. 2.1. Durante los diecisiete primeros meses de residencia en Zaragoza, sin tener todavía convento y capilla propios, y con una comunidad de sólo cuatro frailes, dos sacerdotes y dos hermanos no clérigos 49, llama la atención su dinamismo, dado el número de sermones que predicaron, 321, a los que hay que sumar las confe­ rencias dadas en el Colegio de Madres Carmelitas que atendieron durante este tiempo. 2.2. Durante el primer año de funcionamiento de la nueva capilla (junio/29-junio/30) la comunidad contaba con ocho herma­ nos, cuatro de ellos sacerdotes 50. Se celebraban cuatro misas los 47 Crónica, p. 193. 48 Crónica, p. 284. 49 A los cuatro residentes hay que añadir tres hermanos no clérigos que traba­ jan en las obras de la residencia (fray Serafín de Barbarin, fray Bernardo de Ciriza y fray Casiano de Madoz), y un sacerdote (P. Germán de Pamplona), estudiante en la universidad; todos ellos pertenecientes a otras Comunidades de la Provincia. 50 Entre julio y noviembre de 1929 se añaden fray Ambrosio de Elcano, P. Serafín de Tolosa, P. Víctor de Legarda y fray Lorenzo de Híjar, a los que se jun­ taron dos sacerdotes más en preparación para marchar como misioneros a China.

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