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614 LUIS ORTIGOSA RODRÍGUEZ nio de 1946, y en septiembre de ese mismo año, el día de san Miguel Arcángel, se pudo inaugurar el convento27. Días después una carta del ministro provincial, Ricardo de Liza- so, arreglaba la situación de los religiosos residentes en Zaragoza. En forma resumida decía: — No se deja el edificio antiguo por existir un compromiso con el obispo de Huesca, porque el barrio volvería a quedar aban­ donado y aun por prestigio ante la ciudad de Zaragoza, que ayudó en la labor realizada en Torrero. — En adelante habrá una sola guardianía, con sede en el edi­ ficio nuevo, y dos casas de trabajo apostólico. — Se encomienda a cuatro religiosos el servicio del edificio antiguo y a 15 el del nuevo28. En noviembre de 1952 el provincial comunicó al convento la decisión del Definitorio General de declarar las dos sedes jurídica­ mente independientes, cada una con sus respectivos superiores, dejándose al Definitorio Provincial señalar las asociaciones, ministe­ rios y obras sociales que se asignaban a cada casa 29. Desde 1944, sin embargo, no dejaba de darse una situación anómala en la presencia capuchina en Zaragoza: sus dos conventos e iglesias, sitas en zonas contiguas, separadas tan sólo por el Canal Imperial, tenían como titular a San Antonio de Padua. La gente hablaba popularmente de «San Antonio el viejo y San Antonio el nuevo» o, con un poco más de malicia, «San Antonio el pobre y San Antonio el rico». La anomalía se solucionó al derribarse la casa de la Avenida de América y construirse en parte de sus solares un nuevo templo, amplio, con el convento adosado y bajo la titularidad ahora de san Francisco de Asís. Era 1970 y las obras habían durado dos 27 Crónica, p. 262. Para más detalles de esta fundación: Fecunda Parens, pp. 112-118. También en Presencia Capuchina en Zaragoza (1929-1979), Zarago­ za, Curia Provincial (1980) pp. 5-17. 28 Boletín Oficial de la Provincia Capuchina de Navarra, Cantabria y Ara­ gón, 1 (1946) 141-143. 29 Crónica, p. 363; Boletín Oficial, 7 (1952) 162.