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578 JOSÉ CALASANZ GÓMEZ del credo religioso y de la firmeza de las creencias, el pueblo es un tradicional convicto y profeso. Es el gran valor del pueblo. Pero, en la praxis, la tradición popular es progresiva y creadora. La tradición de la siega se pierde en los viejos tiempos de la piedra afilada, de la hoz y de la guadaña. Sin embargo, hoy el pueblo tradicional se ha pasado gozosamente de la hoz a la cosechadora, sin prejuicios ni nostalgias. Lo que sucede es que ha visto con sus propios ojos las ventajas de la cosechadora sobre la hoz. En la maquinaria agrícola como en el mundo de las ideas busca siempre lo bueno o lo mejor y pasa olímpicamente de la mercancía averiada y de las novedades extravagantes... La fisonomía de la religiosidad popular, como fo rm a mentís y como fo rm a vitae —ideas fuerza, proyecto personal y grupal, jerar­ quía de valores y praxis existencial— es la llaneza quijotesca —pue­ blo llano— , la espontaneidad, la autenticidad, la simplicidad en esta­ do puro, la vitalidad en el ser y en las formas de expresión. El pueblo siente alergia a lo sofisticado, al amaneramiento, a la hipo­ cresía en todas sus manifestaciones. Prefiere el pescado fresco y la fruta jugosa, comida a pie de árbol y no en latas de conservas... El pueblo adopta la actitud más inteligente —yo diría que la única actitud razonable en la perspectiva religiosa— ante el dogma y la moral. Las verdades reveladas son incuestionables. Acepta sin condicionamientos críticos todo lo que tiene y siente la Santa Madre Iglesia. La oposición entre carisma y tradición es una creación artifi­ cial del laboratorio de ideologías marginales. La simple idea de una «iglesia popular», paralela a la Iglesia institucional, es un sueño deli­ rante de la decadente alienación marxista, que encuentra un recha­ zo instintivo en la religiosidad vibrante de nuestras buenas gentes. L a d ev o c ió n p o p u l a r es o r ig in a l y crea tiv a El pueblo —nuestro pueblo— tiene una formación espléndida en lo fundamental de la existencia cristiana: creencias y costumbres, religión y vida, fe y vivencia de la fe. El trovador anónimo cuenta y canta el Evangelio con absoluta fidelidad, y el pueblo sigue pun­ tualmente la historia en verso de la pasión, muerte y resurrección del Señor. El Calvario que cantan en León y zonas de Castilla los

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