PS_NyG_1995v042n003p0573_0603

576 JOSÉ CALASANZ GÓMEZ • Antonio M achado nos ofrece la fisonomía humana y cultural de la gente laboriosa y sencilla con pinceladas poéticas en Campos de Castilla. • J. Ortega y Gasset asocia en su retina filosófica el paisaje con el temperamento y la visión de la vida, en honda simbiosis vital. • F ernánd ez Flórez radiografía al pueblo que busca lo maravi­ lloso y lo mágico en las brujerías, en los curanderos y en las apari­ ciones en las páginas inspiradas de El bosque an im ado, y mete en escena al diablo que fomenta el progreso en Las siete columnas de los pecados capitales. • Ju a n Ramón Jim én e z pone el acento lírico sobre el «diario» de un pueblo —su pueblo— en la lucha cotidiana por la vida, sin más hechos noticiables que las labores del campo, las tertulias y cotilleos de vecindad y los tiempos fuertes de las fiestas patronales. Platero y y o es la crónica puntual de este pueblo. • M. d e Unamuno no es sólo un magnífico paisajista y un orfe­ bre genial de la piedra y del estilo. Es un actor al vivo que viaja por los caminos y penetra en la entraña con su visión honda de historia y vida. Desnuda el alma del pueblo en A n d an z a s y visiones y se hace pueblo En torno a l casticismo . Conoce y habla el lenguaje del pueblo. El pueblo es el escenario de la vida normal, en la dinámica de una historia elemental y oscura. Lo extraordinario, lo noticiable, escri­ be su página extramuros del núcleo urbano, en la periferia, en los suburbios: el crimen fraticida tiene lugar en Las tierras d e Alvar Gon­ zález, el protagonista de Pío Baroja es «Aviraneta», un aventurero. Valle-Inclán planta su Flor d e san tidad en el yermo, en los bosques y en los caminos. El pueblo es cauce de río silencioso y profundo... La verdadera devoción popular está ahí, se manifiesta ahí, a la orilla del pueblo, para convertirse en vida e historia. Está en las cró­ nicas de un pueblo que trabaja los campos, que vendimia los viñe­ dos, que recoge la aceituna en los olivares, que mima y lleva flores a la niña enferma, que reza fervorosamente el «Angelus» cuando las campanas tocan a oración, tal como lo relata, primorosamente, P la­ tero y yo. La vida ordinaria del pueblo no es «noticia», no sale en la radio, ni en la prensa ni en la tele:

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz