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LA RELIGIOSIDAD POPULAR EN TORNO A SAN ANTONIO. 575 das, y no sólo «objetos» útiles o necesarios, sino otros valores del mundo de la transcendencia y de la gracia. «Eppur si muove...». PROTAGONISTA: EL PUEBLO La primera realidad que se impone por su evidencia a los sen­ tidos corporales es el pu eb lo como naturaleza, como fisonomía físi­ ca, como paisaje geográfico. Es el pueblo que descubren y descri­ ben, cada cual en su original perspectiva, el viajero en sus aventuras de andar y ver, el pintor paisajista en sus lienzos, el escritor en sus retratos populares y el turista con su cámara fotográfica en ristre. Este pueblo, como lugar geográfico, con sus montañas y valles, con sus campos de pan llevar, con sus olivos y viñedos, con sus ríos y parameras, con sus fuentes y ermitas, es el «espacio vital» en el que se realiza el destino de nuestras gentes. Nos referimos a la vida normal, al «tiempo ordinario» que forma la trama del vivir y es como el clima humano y espiritual de todo grupo en el transcurso de la historia. La fiesta, la peregrinación a la ermita de los valles o de la montaña, la competición deportiva y la diversión ruidosa, que figuran como característica de la devoción popular en los estudios de especialización, no son más que manifestaciones esporádicas en el calendario anual. El pueblo como «espacio vital» es el que nos da la esencia verí­ dica, la identidad verdadera de le devoción popular con sus princi­ pios, sus motivaciones y sus formas características de expresión. Y esta identidad es la que nos describen en páginas de antología los escritores, filósofos y poetas de nuestro tiempo: Ortega y Gasset, Unamuno, Azorín, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. Con el pueblo como tema y telón de fondo, he recogido un haz de gavillas con las mejores espigas del pensar armónico, de la entonación poética, de la literatura paisajística y de la sugerencia filosófica. Los especialistas en la materia nos ofrecen la imagen pro­ totipo del pueblo en todas sus vertientes y en todas sus formas de expresión: • A zorín es el fotógrafo que toca y retoca la imagen con los primores de lo vulgar, con detalles de miniatura en los pueblos.

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