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LA RELIGIOSIDAD POPULAR EN TORNO A SAN ANTONIO.. 595 popular a distancia de años luz de los nombres más famosos del santoral. Es el santo de todo el mundo y, de modo preferente, de España. Es la figura familiar de nuestros retablos. Su imagen preside con inusitada frecuencia nuestros hogares. Se lleva su estampa en la cartera con la foto de la novia, de la esposa, de la madre y de los seres más queridos. Sin olvidar que está presente en las mejores pinacotecas del mundo, con la firma de artistas famosos... P e d a g o g ía d e la im a g en Los profanos —en cuyas filas militan también bobos «ilustra­ dos» y pastoralistas de pizarra— han denunciado la imaginería devo­ ta de escayola y dudoso gusto estético en su crítica agresiva contra la religiosidad popular. En rigor, la galería artística antoniana cuenta con innegables obras maestras en la pintura, en la escultura y en todas las bellas artes: joyas de arte en tallas en madera policromada, cuadros espléndidos, magníficas esculturas. Esta imagen de san Antonio es, en sí misma, ideario, mensaje, catequesis, programa de acción y compromiso de vida. La imagen es historia y vida, en aspectos fundamentales de la existencia cristia­ na. Vengo de contemplar la escultura magnífica de Víctor de los Ríos, en la iglesia franciscana de León. Podría titularse «El Pan de San Antonio». El santo tiene a su lado un hermoso Niño Jesús y un pobre roto y esperanzado. El simbolismo es claro y teologal: el pan es para el pobre, pero se lo da Jesús; quien da pan al pobre se lo da a Jesús, en expresa referencia al pasaje evangélico: «AMí me dis­ teis de comer», cuando repartimos y compartimos nuestros bienes con los necesitados. No es un mensaje social de demagogia. Es un hecho, un kerigma de caridad. Un hecho que le entra al pueblo por los ojos y que le invita a compartir. Y el pueblo responde con generosidad, y diríamos que, en determinadas fechas, con esplendidez. En la mesa de san Anto­ nio nunca falta el pan. En el escudo de armas de san Antonio, el lirio forma parte de su identidad, como modo de ser y como estilo de vida. Es el símbo­ lo de la pureza, del esplendor de la carne al vivo. Y en la didáctica

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