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594 JOSÉ CALASANZ GÓMEZ saber científico. En este lenguaje popular, cuyo prototipo es el fenó­ meno amoroso, lo natural es la tendencia a lo excesivo, a lo desme­ surado, a lo hiperbólico. Como expresión de vivencias de lo religioso, es psicológicamente más rico y más hondo como «saber» experimen­ tal que el lenguaje teológico, en su frío estilo de escuela. Lo ha dicho Schilleebeeckx y lo consideran como acierto al pleno quienes comparten la vida real del pueblo. Hablando en concreto sobre la devoción popular a María, escri­ be el pensador y literato Jean Guitton este hermoso pasaje de psi­ cología del amor en las expresiones devocionales: «Por otra parte, no hay que sorprenderse demasiado por ello. El exceso en la expresión es el signo del amor. Y el mundo de la Virgen en la Iglesia católica, tal como la conocemos, es el enclave reservado a la ternura humana y divina, jardín secreto, fuente sellada, hortus conclusus, fons signatus, como dice el Cantar de los Cantares , aunque allí no haya nada oculto a las miradas. Pero así como en toda comunidad, sea familiar, nacional o de partido, hay además de lo público y manifiesto, movimientos reservados, consignas y sonrisas que, sin ser secretas, no las comprenden más que los verdaderos miembros, así también ocurre en la Iglesia, que es una especie de familia. El culto de la Virgen pertenece a este sector íntimo y necesario a toda vida...» 5. En el «jardín secreto» de la religiosidad popular se reserva el «derecho de admisión» a los que hablan el lenguaje humanísimo del sentimiento, de la belleza y de la ternura. Los forasteros, los advenedizos, los pagados de sí mismos, los engreídos que no sien­ ten, ni entienden, ni comprenden tienen rigurosamente prohibida la entrada... SAN ANTONIO EN EL CENTRO Exceptuamos a la Virgen María, que es un mundo aparte. San Antonio es el centro y, sin duda alguna, el vértice de la devoción 5 La Virgen María, Ed. Patmos, Madrid 1952, pp. 53-54.

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