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574 JOSÉ CALASANZ GÓMEZ «El estudio a fondo» —con realismo y con ejemplar celo pasto­ ral— ha esclarecido el verdadero significado de las « expresiones particulares en la búsqueda de Dios», consideradas durante largo tiempo menos puras, y a veces despreciadas. No es una opinión piadosa. Es el diagnóstico de un documento de la altura técnica y teologal de la Evangelii nuntiandi. Por razones de la inteligencia y del corazón y, sobre todo, por una larga experiencia de encarnación en el pueblo, soy un apasio­ nado de la devoción popular y de su mundo de valores, en torno a san Antonio. En un texto que podríamos llamar «de fundación», se profesa la fe ardiente y gozosa en el milagro. El milagro, en amplia diversidad de formas y matices, es el argumento «audiovi­ sual» del célebre Responsorio..., que se debe a la pluma de fray Julián de Spira —entre 1235 y 1240— y que tuvo el honor de ser incorporado a los altares del oficio litúrgico de la Orden. El mila­ gro —el sartal de milagros en cadena— es para el poeta alemán franciscano un «hecho» que entra por los sentidos corporales, un dato de experiencia vital. «Si buscas milagros, mira...». Un hecho verificado por «testigos presenciales», hasta el punto de que pue­ den contarlo, como historia personal y colectiva, los favorecidos por el milagro y, en concreto, los mozos y los ancianos y toda la vecindad de Padua... «Eppur si muove». Basta con mirar, pero hay que mirar con ojos limpios de escamas y de nubes que enturbien la mirada para captar con toda nitidez la presencia del milagro, en las fuerzas cósmicas de la naturaleza —«el mar sosiega su ira»—; en el mejoramiento de las estructuras, con la redención de cautivos y encarcelados, en la cura de enfermedades corporales —«leprosos y enfermos sanos»—; en la solidaridad con los que sufren los rigores de la miseria, en la lucha aguerrida contra las fuerzas del mal —la fuga del demonio, la liberación del peligro, la derrota del error— y en los aconteci­ mientos y contratiempos de la vida cotidiana: «miembros y bienes perdidos —recobran mozos y ancianos»—. «Eppur si muove». El Responso no es una fórmula mágica, ni un juego de azar o la fatalidad del destino, como afirman los teóricos de pizarra y los técnicos de laboratorio. Es un lenguaje de fe y una experiencia de vida, que provocan la ironía zumbona de las buenas gentes: el caso es que el santo encuentra «siempre» las cosas perdi-

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