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LA RELIGIOSIDAD POPULAR EN TORNO A SAN ANTONIO. 585 la religiosidad del pueblo, no saldrá de su asombro ante la frivoli­ dad, la agresividad y la intolerancia de las denuncias y de las falsi­ ficaciones. LA RELIGIOSIDAD POPULAR EN EL CUADRO DE HONOR La religiosidad popular está en alza. En el hoy de los signos de los tiempos vive en olor de popularidad, gracias a la pluma de los teólogos más famosos, de los pensadores más vanguardistas y de las investigaciones que nos ofrecen su verdadera fisonomía. El espal­ darazo definitivo se lo ha dado una figura «internacional», con su autoridad y su prestigio. Nos estamos refiriendo a Pablo VI, experto en humanidad. En la Evangelii nuntiandi, n. 48, hace el Papa una radiografía espléndida de la «religiosidad popular», fruto de sus reflexiones y, sobre todo, de su experiencia personal. Son el marco apropiado para el cuadro de la evangelización. Y lo califica de verdadero des­ cubrimiento, ya que «durante largo tiempo» han sido consideradas (las expresiones particulares de la búsqueda de Dios y de la fe del pueblo) como «menos puras», y «a veces despreciadas». Con este esti­ lo pontificio, siempre tan diplomático y tan integrador, se cierra el capítulo de agravios y ofensas, echando una capa a los ignorantes y malintencionados de una historia triste y miserable, que coronó de espinas al bondadoso Pastor. En la radiografía hay sombras y luces, como en cualquier acti­ vidad de un grupo humano. Lo que sucede es que en el proceso hostil todo era noche y aquí el chorro de luz ahuyenta y disminuye las sombras. Quiere decir que los valores de la religiosidad popular arrinconan a los fallos y a los desvalores. Los fallos —los «límites»— dice el Papa, son ciertos. La devo­ ción popular «está expuesta frecuentemente a muchas deformaciones de la reli­ gión, es decir, a las supersticiones, se queda frecuentemente a un nivel de manifestaciones cultura­ les, sin llegar a una verdadera adhesión a la fe,

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