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584 JOSÉ CALASANZ GÓMEZ Nadie que tenga genuina simpatía humana por sus semejan tes se sentirá molesto o escandalizado de que las peregrinaciones vayan acompañadas frecuentemente de diversas manifestaciones folklóricas...»3. Suscribo con plena convicción y con visceral apasionamiento el «Alegato en favor de las “manifestaciones periféricas” en la vida religiosa del pueblo». El sabio dominico hace sonar las sirenas de alarma contra el intelectualismo beligerante y suicida: «Porque es evidente que todo intento logrado por desterrar todo eso de la vida religiosa, por medio de un llamamiento frío y racional a la “auténtica” práctica religiosa, no podría menos de desembocar en la muerte de la vida religiosa del pueblo y posi blemente, también, en la muerte de la vida religiosa de los mis mos intelectuales» (Ibid., p. 221). Felizmente, el intento no sólo no se ha logrado, sino que se ha malogrado. Los belicistas «progres» han derribado a hachazos el entramado, pero siguen en pie los maravillosos retablos que ha construido el arte popular. Vuelve a florecer la devoción del pueblo con esa evangelización que brota de la vida y es vida. Las iglesias se abarrotan de nuevo en las novenas y festividades de los santua rios. Se movilizan los pueblos en peregrinaciones y romerías a Lour des y Fátima. Las planificaciones y programas «de progreso» arrojan un balan ce cuantitativa y cualitativamente pobre en todas las vertientes: doc trinalmente, arcaicos y desangelados; estéticamente, de un lamenta ble mal gusto artístico. La imaginería genial de los pintores y escultores clásicos ha sido sustituida por engendros de escayola sin calidad ni expresión. Mozart y los conciertos de la polifonía magis tral han dejado el sitio a aficionados de tercera división que nos aturden con chillidos y ruidos de selva en noches de tormenta... Podría parecer que he acentuado deliberadamente los rasgos de esta «caricatura», en la línea irónica del sanchopancismo popu lar. Quien haya seguido el proceso del fundamentalismo «progre» a 3 María, madre de la Redención, Alianza Editorial, Madrid 1971, pp. 200-201.
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