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LA IMAGEN DE CRISTO EN SAN ANTONIO DE PADUA 565 No puede desatenderse la propuesta de J. F. Bonnefoy sobre la coincidencia de idea central y de expresión entre el texto antoniano y el bonaventuriano sobre la mediedad/centralidad de Cristo, que es «Medio» en la mente divina que proyecta el plan de salvación sobre los hombres; en el inicio y secuencia de esta hisoria, en los momen tos más señalados de la vida terrestre de Cristo, en el corazón de los creyentes. Sorprende la coincidencia casi cronológica en ambos doc tores al señalar los momentos de la historia sagrada, en los que tal centralidad-mediedad se concretiza. Ciertamente, Antonio se mueve a nivel más modesto de la narración, descripción, con intencionali dad parenética, kerigmática, exhortatoria. La propia de un predica dor popular. Buenaventura, desde los mismos textos coincidentes en su tenor literario, avanza hacia una teología dogmática, moral, espiri tual, mística que tenga por centro a Cristo en todo, incluso en sus aspiraciones a una elevada sabiduría. Y así, los teólogos y estudiosos de la Universidad de París, nominalmente el grupo de Hermanos Menores que le escuchaban, se alejasen de su afición a la «ciencia mundana», la alta metafísica de Aristóteles —el más noble de los" humanos saberes—, y centren su interés en el cultivo de la «sabidu ría cristiana», cuyo fundamento contenido es el Misterio de Cristo. Fijándose en esta semejanza de contenido y de expresión litera ria, Bonnefoy sugiere la hipótesis de que Buenaventura tuviese algún conocimiento del texto antoniano y que, por ende, tuviese cierta dependencia del mismo, aunque luego lo desarrollase a un alto nivel no previsto por Antonio. De todas formas, Antonio es testigo fiel de una tradición espiritual y doctrinal que marcha en dirección hacia la conocida «tesis franciscana» sobre el primado absoluto de Cristo, característica y definidora de su cristología científica e incluso de todo su sistema teológico. Otro indicio del primado absoluto y universal que Antonio con cede a Cristo pudiera verse en la relación de superioridad sobre los seres angélicos. Cristo es gloria de los ángeles, ya que por él son confirmados en gracia, al mismo tiempo que provocaba la caída de Luzbel y sus seguidores 51. Jesús, en el pesebre, preside a los ánge- 51 En la Asunción de la Virgen, 1; II, 141. Cristo arrojó del cielo al diablo, Dom. III de Adviento, 3; II, 498.
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