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562 ALEJANDRO VILLALMONTE Texto muy comentado en las discusiones sobre el primado de Cristo es Prov 8, 22, aplicando a Cristo lo que allí se dice de la Sabi­ duría hipostasiada. «El Señor me creó a l p rin c ip io d e sus tareas, antes d e su obras más antiguas». Jesucristo, comenta Antonio, par­ tícipe de nuestra naturaleza, dice en los P roverbios de Salomón: «El Señor me poseyó a l com ienzo d e sus caminos... Los cam inos del Señor son sus obras, d om in a d a s desde el p rin cip io p o r la s a b id u ­ ría, y a qu e en el p rim er origen d e las n a cien tes c rea tu ra s ten ía consigo a l Hijo». Otra versión dice: «El Señor me creó a l com ien zo d e sus cam inos, d e sus obras». Lo cual se entiende de la encarna­ ción del Señor, pues se lee: «Me creó Dios según la carne». Ése sería el sentido del dicho de Jesús: «Yo soy el c am in o d e las ob ra s d e Dios »47. En estos textos Antonio piensa en el Verbo hecho carne, en el Hombre Jesús como comienzo primero en el proyecto divino de sal­ vación respecto de los hombres. Cierto, no con prioridad histórica, cronológica, sino de dignidad, de intención y finalidad dentro de la mente divina que decide poner en marcha esta concreta historia del universo y del hombre. Tampoco es suficiente decir que Jesús es «Camino» a nivel de simple ejemplaridad moral-religiosa. Hay que pensar en una prioridad ontologica que no puede ser otra que la que tiene la causa sobre su efectos. Un creyente que tenga talento y formación metafísica, por ejemplo, Duns Escoto, pensará que el Hombre Jesús está previsto, querido en la mente divina con priori­ dad (secundaria) eficiente, ejemplar y final respecto a los demás seres creados, nominalmente los hombres. Dará densidad ontologi­ ca transcendente la dicho de Pablo: «Todo es vuestro, vosotros d e Cristo, Cristo d e Dios» (1 Cor 3, 22). Pero no nos consta que Anto­ nio tuviese formación filosófica específica, ni que quisiese emplear su talento en reflexiones de alta y meta-experimental teología. Como confirmante de la convicción antoniana de la excelencia y primado absoluto de Cristo podemos aducir un texto interesante, donde Cristo aparece como aquel cuyo lugar es el MEDIO. J. F. Bon- nefoy concede especial relieve a este texto antoniano en su inten­ ción de aproximar el pensamiento del santo de Padua al pensamien- 47 En la Purifie, de la Virgen, 3; II, 129-130.

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