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LA IMAGEN DE CRISTO EN SAN ANTONIO DE PADUA 561 de fe firme en la grandiosidad de Cristo. Éste sería el momento de mencionar las diversas «teorías» explicativas que los teólogos man tienen desde siglos al respecto 44. Al estudiar la grandeza de Cristo en los escritos de Antonio de Padua, hay que empezar a hablar del primado/excelencia de Cristo en el primer nivel. Ya hemos quedado en que no se habla en él de una «cristología» científica, razonada, sistematizada. Luego podría preguntarse si se encuentra en sus palabras alguna apertura hacia el primado de Cristo en el segundo nivel. Nominalmente en la forma escotista-franciscana en que el tema nos interesa en este momento. Cualquiera que sea la «teoría teológica» que se proponga, la base de la grandiosidad y primado de Cristo hay que colocarla en el hecho de que en el Hombre Jesús de Nazaret se realiza la unión perfecta de lo divino y lo humano en su totalidad. Es lo que en pági nas anteriores llamábamos la «ontología» del misterio de Cristo. Por que el hecho de la llamada unión hipostática del Hombre con Dios es tan obvia para un creyente, que parece no será necesario aducir textos antonianos que la proclamen45. Nos ceñimos, pues, a recoger algunas expresiones más próximas al tema. Son de origen bíblico, pero el Doctor Evangélico las contex- tualiza con peculiar relieve. El texto de Gn 1 , 1 , in principio creavit Deus (de la Vulgata) = en el principio creó Dios, Antonio, siguiendo una larga tradición de comentaristas, entiende que el Hombre Jesús unido a la divinidad es el cimiento de toda la creación y recreación de los seres «del continente y del contenido: la tierra, el cosmos, donde habitan los seres, así como los seres todos que los llenan»46. 44 Desde la Edad Media y hasta fecha reciente, los teólogos tratan el tema del «Primado de Cristo» al comentar la famosa pregunta anselmiana Cur Deus Homo?, o al hablar del motivo de la encarnación, o bien para satisfacer la «curiosidad» real mente fantástica y resabiada de mitología: si Adán no hubiera pecado, ¿se habría encarnado en hijo de Dios? (Utrum si Adam non peccasset...). En otra parte hemos expuesto el enfoque que, a nuestro entender, ha de darse al problema de fondo: A. V illalm onte , El «Mysterium Christi* del Vaticano II en perspectiva escotista, en Naturaleza y Gracia, 13 (1966) 215-268. 45 Me remito a los estudios dej. F. B o n n efo y y J. G alo t , citados en nota 1. Son suficientes a este respecto. 46 Dom. de Septuagésima, 3; I, 7. También en la Asunc. de la Virgen, 1; II, 142.
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