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LA IMAGEN DE CRISTO EN SAN ANTONIO DE PADUA 559 concepto de teología y los procedimientos (= método) que ésta ha de seguir para cumplir su misión en la Iglesia y en el mundo. Se tiene la convicción de que, cuando la razón humana reflexiona sobre los datos ofrecidos por la fe (el intellectus fidei), no se realiza en forma exclusiva, ni siquiera principal, con el auxilio de la filosofía/metafísi­ ca. La inteligencia humana cuenta con otros saberes indispensables de todo punto para ahondar en los datos de la fe: la historia, las pro­ ducciones de la cultura humana en sus múltiples manifestaciones. Sobre todo se cuenta con nueva metodología: el estudio histórico-crí- tico de la doble fuente del saber teológico: la Palabra de Dios y de la propia actividad del mismo sujeto humano cognoscente: la cultura. Pero, sobre todo, y es lo que más nos interesa subrayar aquí: en un conocimiento radical y medularmente «religioso» como la cien­ cia sagrada, además del discurso que sobre el Misterio de Cristo hacen los grandes «pensadores», hay que conceder voz y voto a los grandes «sentidores» (como diría M. de Unamuno) del Misterio del Verbo encarnado. La revalorización de este nuevo factor o fuerza en la historia de la teología explica el hecho, sin duda nuevo y aleccio­ nador, de que en la «Historia de la Teología Cristiana» se le conceda un espacio digno a un «espiritual», a un homo religiosus como fran­ cisco de Asís y, a su lado, el santo Antonio de Padua 42. Este hecho me parece puede interpretarse en esta dirección: las experiencias religiosas, espirituales, místicas que en ciertos creyentes tienen no entrarían, en forma directa y explícita, en la elaboración de una cien­ cia teológica especulativa, metafísica, «Escolástica», elevada según métodos recibidos de la «episteme» aristotélica. Sin embargo, tales vivencias —a nivel individual o comunitario— constituyen las con­ diciones de posibilidad concreta histórica para que la alta especula­ ción surja con vigor y se mantenga fecunda 43. 42 Evangelista V ilanova , Historia de la teología cristiana, Barcelona, Herder 1987, I, 654-676; para el Evangelismo, Francisco y Domingo. Antonio, en pp. 710-714. 43 En época reciente son conocidos los reiterados esfuerzos de H. urs von B althasar por recuperar la antigua simbiosis entre «teología y vida santa». San Bue­ naventura puede considerarse un clásico entre esta línea y , en general, la teología «franciscana» hasta culminar en la teología como ciencia-praxis ordenada al «recto amor de caridad». Puede verse Alejandro V illalm onte , Dimensión carismática de la teología según san Buenaventura, en Estudios Franciscanos, 75 (1974) 311-337.

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