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538 ALEJANDRO VILLALMONTE de una «Cristología de san Antonio de Padua». Sería anticipar la solu­ ción a un problema. Por eso, nosotros partimos desde abajo, desde inicios más modestos: desde la descripción y narración de lo que Antonio vive y predica sobre el Misterio de Cristo. Dicho esto, puede darse un paso más y preguntarse si estas vivencias y proclamacio­ nes antonianas sobre Cristo ofrecen base razonable para hablar de una Cristología en un sentido aceptable. Finalmente, no queremos omitir referencia explícita, tematizada a una posible buscada «franciscanidad» en la enseñanza antoniana sobre Cristo. Tanto respecto al franciscanismo teológico de enton­ ces, como a la Cristología «franciscana» de ahora. I. EL CRISTO QUE VIVIÓ Y PREDICÓ SAN ANTONIO Ya hemos indicado el motivo por el cual comenzamos nuestro estudio haciendo una labor descriptiva de la doctrina antoniana sobre Cristo. Ocurre, además, otro motivo más universal y profun­ do. Es éste: en cualquier momento de la historia de la religión cris­ tiana, pero nominalmente en la gran eclosión del pensamiento teo­ lógico filosófico del siglo xiii , para analizar y entender a fondo este pensamiento, hay que empezar por el análisis y diagnóstico de las vivencias/experiencias vitales que le dieron origen y lo nutrían desde dentro. Por poner un caso que nos interesa: el omnipresente cristocentrismo teológico y espiritual de san Buenaventura o la ele­ vada Cristología «metafísica» del beato J. D. Escoto resultan de difícil comprensión si no se llega a descubrir en ellos la conexión con la form a vitae sanfranciscana y franciscana general de vivir el Misterio de Cristo 2. De forma análoga, si hubiere que hablar de una «Cristo­ logía antoniana» habrá que verla surgir de la forma en que Antonio vivió y predicó el Misterio de Cristo. Comenzamos, pues, nuestro discurso, hablando de cómo Antonio vivió y predicó sobre el Miste- 2 Se trata de un «lugar común» entre los estudiosos de los teólogos y de la teo­ logía franciscana. Puede verse Alejandro V il l a l m o n t e , ¿Es que necesitamos una teología franciscana?, en Estudios Franciscanos, 87 (1986) 683-718, passim. Opinio­ nes de otros autores, espec. pp. 708-718; p. 712, nota.

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