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536 ENRIQUE RIVERA ción. Emociona su teología de la Resurrección al decir que es f l o r d e alm endro. Y lo es porque Cristo es primicia de los que han de resucitar como el almendro es primacía de los otros árboles en su florecer l6. La Botánica y la Zoología que él conoció por los libros y por sus experiencias en su tierra natal —el prof. Caeiro subraya este hecho— le sirvieron de medios muy sensibles para llevar al pueblo cristiano lo que tanto amaba: el Evangelio. Jesús explicó la novedad de su reino por los símbolos del trigo, la cizaña, el grano de mosta­ za, la levadura, la higuera, la vid... Este simbolismo evangélico halla réplica en Antonio, que multiplica estas referencias. Para Antonio, Dios de halla presente en las humildes y en las grandes cosas de la naturaleza. De todas ellas se sirve para hacer sentir la dulce presencia de Dios entre nosotros. Este simbolismo de Antonio es encantador y profundamente franciscano. Parece un eco resonador del Cántico d e las Creaturas de su Padre Espiritual. Y preanuncia la gran teología simbólica de la Escuela franciscana. De todo ello debemos concluir que san Anto­ nio de Lisboa, o de Padua —a las dos ciudades se halla vincula­ do— , ha contribuido ostensiblemente a crear ese clim a m ental en que se siente inmerso el vivir y el pensar franciscanos. Enrique R ivera Ramón y Cajal, 5-7 37002 Salamanca 16 S. Antonii Patavini..., o. c. In Resurrectione Domini, III, pp. 179-190.

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